jueves, 22 de enero de 2009

Es fácil amar?

El amor no es fácil, para nadie. Ni amarnos a nosotros mismos puede lograrse sin la capacidad de amar a los demás.

La mayoría creemos que el amor es una sensación placentera; pero el amor requiere conocimiento y esfuerzo.

La mayoría creemos que en el amor lo debemos dejar a “Cupido” se ocupe y nos “fleche” como por arte de magia y consideramos que el problema del amor consiste en ser amado y no en amar.
Por eso consideramos como muy importantes aspectos como el éxito, ser poderoso, rico, ser atractivos, en definitiva, una mezcla de popularidad y sex-appeal y gastamos muchísimas energías en conseguir eso.

Creemos que amar es fácil y lo realmente difícil es encontrar a quién amar.

Nos confunde creer que la sensación inicial del enamoramiento debe permanecer en nosotros siempre y que si se pierde es porque el amor muere.

Como el amor es un arte necesita ser aprendido, en lo teórico y en lo práctico.

Hoy en día toda la cultura “igualitaria” nos lleva a creer que somos todos iguales y que da lo mismo estar con uno que con otro, sin embargo, no es así.
Cada uno de nosotros somos únicos y diferentes a todos los demás y esto es lo que se está perdiendo.

El discurso que el hombre es igual a la mujer se confunde con los derechos de unos y otros, lo mismo que el blanco y el negro y casi cualquier cosa que pretendemos decir son iguales, son diferentes en la realidad pero hoy la confundimos.

Ni los hombres son iguales a las mujeres ni todos los hombres son iguales ni las mujeres. Cada individuo es único y por lo tanto tiene consigo todo un universo por descubir para sí y para los demás.

El amor es tan complejo y maravilloso que permite la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, sin embargo, siguen siendo dos.

El arte de amar podría decir que se basa en la capacidad de dar amor, sin pensar que dar implica recibir.
El acto sincero de dar amor traerá como consecuencia el recibir amor. Amar produce amor.

El amor cuando madura implica cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento y todo esto formando una interdependencia mutua. No amamos aquello que no cuidamos. Quien ama, está listo y dispuesto a responder. El respeto evita que el amor degenere en dominación porque es la capacidad de ver al otro tal cual es y la de preocuparse por que crezca y se desarrolle tal cual es y no como queremos que sea. Respetar al otro sin conocerlo no es posible por eso necesitamos el conocimiento y porque en el acto de amar, me encuentro.

Cuando el amor es físico, su duración puede ser efímera si no nos ocupamos de enriquecer esa atracción trascendiendo lo visual, lo “consumista” y vamos más allá de lo que podemos ver. Esto es el enamoramiento de las almas y de los cuerpos.

A veces, parece que la felicidad pasa por divertirnos y esto nos lleva a consumir.
¿Que? Cualquier cosa, somos máquinas de consumir moda, alimentos, estilos de vida, etc. y solemos “equiparnos” con todos los aditamentos que nos indica la sociedad como necesarios y es así que sólo conseguimos tener relaciones artificiales.

Estas relaciones artificiales suelen provocarnos temor u odio al otro sexo porque suponemos que debido al otro nos vemos forzados a procurar “este equipamiento” y llegamos a encontrar serias dificultades en entregarnos al otro por completo. La única forma en que se encuentren las almas.

El amor es un desafío constante que comienza desde nuestra existencia en la experiencia de 2 seres que son el uno para el otro al ser uno con uno mismo y no al huir de si mismos.

La práctica del amor es una experiencia personal sin recetas y única.

Y como el amor es un arte, exige disciplina, concentración, paciencia, una preocupación suprema por el dominio del arte y ser consciente que no se aprende sino de una forma indirecta.

Somos excesivamente indisciplinados fuera de lo laboral. Sufrimos la falta de concentración y nos impide estar a solas con nosotros mismos. Todo a nuestro alrededor está acelerado y estamos lejos de la paciencia necesaria para encontrar la quietud y el disfrute verdadero, creyendo que algo se pierde cuando no actuamos con rapidez, cuando es justamente lo contrario.

La concentración es algo más complicado, y la necesitamos para saber estar sólo con uno mismo, sin hacer nada más que eso, y es una condición indispensable para la capacidad de amar.
Esta concentración la necesitamos utilizar inevitablemente para saber escuchar, que no es lo mismo que oír. Porque estar concentrado significar vivir plenamente en el presente. Hay que pensar continuamente en uno mismo, analizarse, ser sensible ante los demás.

Por esto el amor necesita de la humildad, objetividad y razón. La objetividad y la razón representan la mitad del camino hacia el dominio del amar, pero no hay que olvidar que no basta con aplicarlo a la persona amada, es para todos el mundo que nos rodea.

Hay que tener fe, pero no la fe irracional en una persona, sino una fe racional en el pensamiento propio y en el juicio, tener fe en otra persona como signo de confianza, "de la esencia de su personalidad, de su amor".

Es fundamental la fe en uno mismo, pues "sólo la persona que tiene fe en sí misma puede ser fiel a los demás", la fe en el propio amor. Tener fe necesita del coraje, la capacidad de arriesgarse, llegando incluso a aceptar el dolor y la desilusión.

¿Por qué amar es un acto de fe? Porque amar significa comprometerse sin garantías, entregarte a la persona amada con la esperanza de producir amor.

Pero todo lo dicho está unido a lo social, es decir, el amor no sólo ha de ser para las relaciones con la propia familia, los amigos y las relaciones eróticas, sino también para con todos quienes nos rodean. Sin embargo, los principios sobre los que se basa la sociedad actual y el principio que ha de regir el amor son incompatibles. Es por esto que para que el amor se convierta en un fenómeno social y no una excepción individualista y marginal, se tienen que producir importantes cambios en la estructura social.

Porque, en definitiva, "el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana".

Necesitamos aprender a concentrarnos: evitar las conversaciones triviales y las malas compañías. Esto es difícil en el mundo actual, donde la hipocresía es común, donde lo trivial gana.

¿Porque? Porque, si eliminamos la hipocresía y la trivialidad podemos correr el riesgo de quedarnos más solos de lo que ya por sí estamos, aunque también es cierto que la amistad y el amor se tornarían verdaderos. Aunque, a veces no se trata de eliminar o evitar, sino de ser consciente de ello.

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