miércoles, 21 de septiembre de 2011

El amor a los ´50: Confianza y espontaneidad

Hace un tiempo revisé el tema del amor después de los 40… pero hoy me encuentro casi en mis 50 y estoy en pareja… y me pregunto… ¿y ahora que? ¿Cómo será?...



Todo el mundo siempre dice que para el amor no hay edad y que el amor derriba todas las barreras como las culturales, las que pone la diferencia de edad, las clases sociales, etc.



Esto es en gran parte porque es frecuente cada vez más que gran cantidad de hombres y mujeres en la actualidad, afianzaron una pareja después de un divorcio, convivencia o bien, han encontrado una compañera después que la experiencia ha llegado.



En nuestros comienzos amorosos la pérdida de un amor era casi fatal… después de eso… el abismo!



Hoy, y cerca de la madurez que nos dan los años, enamorarse es un acto que se puede vivir en plenitud, sin límites o sin los prejuicios o idealizaciones que hubo en otras etapas de la vida.



Esto sucede porque el amor NO es igual. ¿Cómo? Si, no es igual aunque si lo es en su esencia.


Y, ¿cuáles son las diferencias sustanciales entres los amores de juventud o las relaciones que se establecen promediando los ´30 y las que llegan a los 40 o después de los ´50?



El amor y las relaciones en sí son diferentes en cada década de nuestras vidas y van de la mano de cómo vivimos… de nuestros entornos y de nuestra evolución emocional que va marcando nuestras diferentes etapas.



Cada uno puede revisar como fueron sus amores a lo largo de su crecimiento personal y ver sus diferencias.



El amor a los 15… en donde todo es novedad… con una revolución hormonal de magnitud casi incontrolable… mezclada con la capacidad de hacer… con la independencia recién adquirida o en lucha por conseguirla… a los 20… con alguna experiencia en el haber y algún fracaso… y ya en la independencia casi completa con los padres… ya trabajando o cursando estudios superiores… Y se vienen los 30… en donde se busca dar un salto y es la concreción de años de pareja y se da la convivencia y quizás los hijos… formar una familia.



Ya a los 40, podemos encontrarnos en familia… con los chicos creciendo… o talvez divorciados y con un mundo que cambió y nos muestra que no conocemos los nuevos códigos de comunicación… ¿Cómo era ese tema de la conquista del otro?... ¿A dónde voy? Talvez los After office… o reuniones de amigos… o alguna página de “citas”… Otra vez, casi como en la adolescencia… prueba y error… mucha búsqueda… muchas opciones… pero no sabemos que queremos… y ya estamos algo rígidos… y al otro le sucede igual… y la posibilidad de conocerse se reduce o extingue… y aparece una frase común cuando no encontramos lo que buscamos:



“Ya no hay hombres” o “Ya no hay mujeres”



Y no es así… hay y de sobra! Lo que sucede es que buscamos tan específicamente ese compañera/o que es casi imposible encontrarlo… salvo que suceda un milagro.



En esta búsqueda buscamos “que no sea como las experiencias anteriores”… que no sea… que no tenga… que no a esto, que no a lo otro… y así transitamos un camino que nos conduce sólo a frustraciones.



Sólo si aprendemos de esto será que cambiaremos nuestro presente y es cuando comenzarán a aparecer nuevas opciones y es allí que volveremos a comenzar de cero… y la posibilidad de encontrar alguien importante aumenta… y mucho. Es porque nos hemos abierto!


'El amor a los 50 años es, definitivamente, especial.


Alguien de 50 ó 60, se ha divorciado una, dos y hasta tres veces!!! Claro que una separación no es sinónimo de fracaso o de falla sino que puede ser todo lo contrario: Cambiar varias parejas creo es más saludable definirlo como la suma de aprendizajes que como fracasos y aunque no todos aprendamos igual, después de los 50 aumentan las posibilidades de que cada persona se conozca mejor y sepa que quiere y necesita.


A los 50, nuestras expectativas sobre el otro dejan de ser tan ideales para convertirse en reales.


Es así que se generan las condiciones para un amor maduro. Y es porque se han atravesado etapas de frustraciones, crisis, pérdidas, rupturas y conflictos y cada una de ellas ha dejado una enseñanza, ¡y la hemos aprendido!


Un amor maduro se despega de la ilusión de que el otro sea como uno quiere y acepta la realidad de que la otra persona es como es y aprendemos a amarla de esa manera y sin el propósito “hacerla” a nuestra medida.


En el amor a los ´50 ya no hay especulaciones, se tiende a vivir de manera espontánea y sin presiones con uno y con la pareja. La tensión cede frente lo autentico y el otro puede aceptarnos y querernos sin tener que ser quien no es para agradarnos.


En esta etapa es marcada por la confianza. Las escenas de celos, ya no son el modo para comunicarse con el otro.


A los ´50 el vínculo deja atrás a las estrategias para llamar la atención. Las parejas son más independientes y cada integrante tiene una vida individual plena y que la comparte con la de su pareja enriqueciéndose ambos. Es la única forma en que pueden funcionar. Nadie más o menos equilibrado tolera a otro que le demande presencia las 24 horas o que se le cuelgue como si de eso dependiera su propia existencia.


Esto genera mayor confianza y autenticidad, entonces ¿Que problemas podrá afrontar un hombre o mujer con una nueva pareja alrededor de los ´50?


El problema puede aparecer si la pareja no solucionó conflictos previos y arrastra su pasado.


Cuando esto pasa la convivencia no se desea y la propuesta pasa a ser Tu casa, mi casa… pero nunca se habla de Nuestra casa… la casa es un lugar para vivir… Nuestra casa es un lugar para crecer, y de esto último se trata en una relación… CRECER. Lo otro es “flotar”.


Después de los 50 se puede retomar la convivencia, pero es importante haber resuelto frustraciones anteriores.


Aprender de las experiencias previas, ser auténticos, afianzar los lazos de confianza y compartir, sin egos en juego, parecen ser las características que definen el amor en la mediana edad. Sin el fatalismo de la adolescencia y con la madurez de haber vivido, después de los ´50 el amor cumple la mayoría de edad y se hace más real.


Allí puede suceder que esa pareja tenga hijos emancipados o niños aún… en el primer caso se dará resolver las cosas de la pareja en sí y aprender a crecer en ese camino. Con niños pequeños… en edad escolar… la cosa cambia y puede tomar vuelo casi de una familia tipo… pero con la madurez del amor a los ´50. La crianza bajo un mismo techo, con el ejemplo diario de la convivencia y el mostrar que, a pesar de la diferencia y puntos de vista diferentes, es posible ir a dormir con un beso o despertar en el amor… y no en el enojo con el otro por desavenencias circunstanciales… ¿y si esas desavenencias no son circunstanciales?... Si hay amor y respeto por el otro..todo es circunstancial ya que lo primario es el amor.



Texto de base de: Eugenia Plano