lunes, 31 de diciembre de 2012

2012... 2013... Que quiero? Que espero?

Hace unos días esta reflexionando en mi casa y veía que la gran mayoría de las personas se quejaban del año que se iba y esperaban casi desesperados que el nuevo año comience.

Parecía que el 1° de enero con el año nuevo todo iba a cambiar a nuestro favor.

Está muy bien pensar así, pensar en algo que podemos medir o señalar para que sea un momento "bisagra" en el que a partir de allí el cambio sea posible.

Y el cambio será posible pero no por arte de magia, sino por arte de tu empeño en que el cambio se produzca. ¿Cómo pretender que algo cambie si no hacemos nada para que cambie?

Generalmente somos algo olvidadizos y con el avance del año nos olvidamos muchos de nuestros anhelos y los dejamos allí, olvidados en el tiempo como cosas no posibles de realizar y vamos andando el año... hasta que llegamos al fin del año iguales, o casi iguales al año anterior... quejosos y esperanzados.

El problema principal es que somos como un burro detrás de la zanahoria que nosotros mismos ponemos delante nuestro para continuar andando pese al día a día que no cambia... ¡que no cambiamos!

Es por esto que se me ocurrió una IDEA PARA ESTE FIN DE AÑO que, tal vez .. ayude a ver que pasa con cada uno de nosotros en la búsqueda de nuestros sueños.

La idea es: 


Comprar un cuaderno de 50 ó 100 hojas... En la primer página escribir todo lo que se espera para el año que inicia... en el orden que aparezcan en la cabeza...

Uno por renglón... Numerarlos...

Luego comenzar a vivir el 2013... De vez en cuando revisar los deseos y escribir en una hoja del cuaderno que hicimos por ese deseo, o si se cumplió y de que manera.


Fue fortuito o trabajamos por su realización... fue con empeño o como "sin quererlo".

También podremos ver algunas características de cada deseo... eran alcanzables? eran algo "locos"? eran compartidos?... en fin... desmenuzarlos y fijarnos bien que deseamos y que hacemos por eso.
Al final del año podremos ver si esperamos que se cumplan esos deseos o si trabajamos por que se cumplan... desde allí podremos crear una nueva posibilidad para nuestra vida... Si 
estamos conformes con lo que somos... continuemos así... sino... CAMBIEMOS!!!

Dejemos de esperar que las cosas vengan a nosotros y vayamos por ellas!!!

sábado, 15 de diciembre de 2012

Padres, nosotros, hijos... y la inseguridad que marca la vida


Hoy recordaba mi infancia... mis deseos... mis fantasías.
Recordaba la pregunta... ¿Que vas a ser cuando seas grande?
Y la respuesta no tardaba en llegar... Ingeniero.

Pero...¿Porqué esa respuesta si a los 8 años ni idea que era ser Ingeniero?

Por aquellos días a donde vivía todos los meses desde el cielo venía "el ingeniero"... llegaba en su avión a donde trabajaba mi papá... y era "lo máximo"... y yo quería lo máximo.

Además, intuyo que, eso era alentado por mis padres ya que eso a ellos les daba cierta "seguridad" respecto a mi futuro.

Y de eso se trata muchas veces, nosotros como buenos padres hacemos cosas que lleven a resultados que den "seguridad" al futuro de nuestros hijos sin pensar necesariamente cuales son sus verdaderos deseos.

Los niños, en su afán de sentirse escuchados, queridos, apoyados por los padres hacen y dicen cosas para conseguir favores y responder el ¿que serás...? les da cierto manejo de la situación.

A principios del siglo pasado eran los padres que imponían una profesión a los hijos... o les enseñaban su oficio... o preparaban a las niñas a ser esposas y madres... y eso era porque era conocido por ellos y lo conocido genera seguridad que en aquella época era el bien más buscado.

Hoy por hoy las cosas han cambiado bastante y, aunque la seguridad es un bien muy valorado, en la escala de la valoración está la felicidad.

El deseo de alcanzar la felicidad se ha visto fortalecido por el fracaso general de la búsqueda de la seguridad para gran parte de las personas.

La búsqueda de la felicidad hace que la busquemos nosotros, quienes en algunos casos estamos algo obnubilados por la rotura de las reglas durante los últimos años y por el cataclismo de la vida como la conocíamos hasta nuestra post adolescencia.

Ya alcanzados los 40 ó los 50... buscamos nuestra felicidad y alentamos a nuestros hijos a hacer lo mismo porque sentimos es el camino que podrá abrirle puertas desde temprano.

Y nosotros ¿cómo es que buscamos la felicidad?

La buscamos a los "ponchazos"... prueba y error constante... generalmente a destiempo de nuestra pareja ocasional (casados o no)... quien también está en su búsqueda y en algunas ocasiones el camino se bifurca y no siempre los dos seguimos por el mismo sendero.

Y aquí es que comenzamos otra búsqueda... con otros ojos... con el corazón ansioso por encontrar eso que tanto anhelamos...

Y otra vez, como en la adolescencia... prueba y error... enamoramientos... deslumbramientos... trasnochadas... idas y vueltas.

Y Esa mujer que, como vos, también llegó hasta allí en un camino sinuoso, empedrado... resbaladizo. Llena de miedos, de dudas... de convicciones... llega, aparece como mágica... que nos roba el sueño y nos deja uno nuevo... que nos quita el aliento y nos eleva por sobre el común de los mortales.

Y se produce el encuentro, entre luces y sombras... buscando un telescopio cerca del planetario para ver la luna.

Y como los encuentros también son desencuentros... también llegan... porque nuestras culturas son diferentes y sólidas... con verdades y no verdades... apuntaladas por toda una vida y que sostienen nuestra esencia.

Y abrazos... besos, palabras... susurros, bajitas y no tan bajitas... ¿que me decís si somos como el norte y el sur... y disputas... y reconciliaciones... je je... reconciliaciones... Claro, el amor es más fuerte.

Y buscamos seguridad, apoyo... condimentado con la experiencia y el corazón abierto, y los sueños postergados que aparecen y se hacen fuertes delante de nuestros ojos.

Sueños que vienen y van... que se mezclan con los sueños que tenemos por los hijos... que buscamos su seguridad y hacemos todo (y más)... o cambiamos la "apuesta" y dejamos que ellos hagan... aunque nos duela verlos que se caen.

Y de a poco nos transformamos en "redes de contención" para sostener su aprendizaje... alentando a que prueben... que experimenten... que crezcan... y nos quedamos a un costadito... como mirando por el "ojo de la cerradura" de sus vidas que están construyendo con aciertos y errores.

Y lanzamos desafíos... aprendemos a desafiarles a vencer su error... a probar de nuevo. Aprendemos a alimentar las ganas de buscar, de hacer, las ganas de preguntar, de mirar el mundo que tienen delante esperando por ellos para que lo tomen.

Y a veces esos desafíos nos los guardamos porque nos llenamos de miedo... se apodera de nosotros el sentimiento que ellos aún son muy chicos... que les falta crecer... que... mil excusas... Si la pensamos bien si esperamos que crezcan... habrán crecido sin experiencia... y habrán crecido la mitad.

¿Cuál es la receta? ¿que hacer?... ¿Cómo hacemos para no intervenir? o dicho de otra manera... ¿Cómo hacemos para intervenir lo "justo"?... 

No hay receta, simplemente... tenemos que aprender a confiar que lo que hemos hecho hasta ahora está bien y que ellos pueden ir "despegando" para tener sus vidas... y nosotros las nuestras.

Ni los hijos vivirán nuestras vidas ni nosotros las de ellos... simplemente nos acompañaremos.

Y la felicidad puede ser justamente esa... ver crecer y ver vivir a cada uno SU vida... acompañándonos desde el lugar que le hemos ganado a la vida.

Al principio como actores de nuestra vida... ahora como espectadores de lujo de la vida de quienes nos suceden y, algunas veces, hasta con la posibilidad de dar ciertos "consejos" cuando son pedidos.

Esta bueno ser papá (o mamá)... uno se llena de adrenalina por los desafíos constantes del mundo y de nuestros hijos... y somos mejores papás cuando dejamos de ser hijos... y dejamos de pelear con nuestros padres por el lugar que queremos... ¡¡¡si ya es nuestro!!!

Así que Papá... Mamá... Se recibieron de Padres y su título es "Abuelos" ¡y menuda tarea les toca! Yo ingresé a la escuela de Padres... para intentar hacer lo que diga mi corazón... Se que cada uno estará allí, cuando haga falta... Se que allí estarán... y hasta mordiéndose la lengua para no decir algo no pedido... y hasta diciendo cosas no pedidas...

Y lo entiendo, ya que aunque cuando alguien se recibe de Abuelo... no deja de ser padre... y aunque uno sea padre tampoco deja de ser hijo... y desde ese lugar será que podamos comprender un poco... la rebeldía de nuestros propios hijos... frente a nuestra figura, que representa el puerto del que ellos quieren zarpar.

Y hablando de zarpar... Los barcos están seguros amarrados al muelle, pero sólo pueden desplegar sus velas y alcanzar el propósito para el que fueron construidos en alta mar.

Y los hijos son como los barcos... y nosotros somos sus muelles. Vendrán a nosotros luego de cada travesía y nosotros estaremos allí, sólidos y firmes para darles "amarras" luego de cada viaje.