sábado, 16 de julio de 2011

Que hago con mi cabeza?

Siempre tengo dolor de cabeza, siempre me siento como con un bombo en la cabeza… un zumbido… me pesa… ¿qué puedo hacer?»... ¿que hago con este Yo?

¿y si me cambio de cabeza y pongo otra en su lugar?


Imposible… aunque muy tentador. ¡Que tortura nuestra cabeza! No para!


En realidad no hay que cambiar la cabeza como objeto en si… sino que hay que cambiar nuestras ideas… los pensamientos… hacer que deje de pensar como Directora y piense como Hacedora.


Que significa esto?


Dentro de la cabeza se aloja nuestro cerebro, que es como un disco rígido que vamos llenando de información y nuestra “educación y entorno” van programando mientras crecemos…


Cuando comenzamos a ser “independientes” muchas veces ese cerebro y el rinconcito llamado “mente” toman las riendas y comienzan a mandar siguiendo miles de “normas” allí grabadas.


Por momentos, cuando el amor llega a nuestro corazón éste nos guía y conocemos lo que es “volar”… pero muchas veces la fuerza de nuestra mente vuelve a tomar las riendas y se producen esas luchas internas que nos desacomodan y nos sacan del lugar en el que estamos.


Si nos damos cuenta de esto, nos salvamos y en consecuencia salvamos todo lo que nos rodea porque guiados por las emociones conseguimos amalgamar nuestra vida.


Si no nos damos cuenta, muchas veces se rompe todo en nuestro alrededor y muchas otras vivimos con un cuerpo transformado en dolor… dolor de cabeza… si pensamos demasiado, dolor de espalda… si hemos cargado en exceso nuestra mochila, dolor de garganta… si no decimos lo que tenemos que decir…


Evidentemente, siempre tenemos la cabeza física sobre los hombros, pero la que hemos perdido en alguna parte es la cabeza espiritual.


Lo básico y fundamental es que no mande ni una ni otra… encontrar el equilibrio es el secreto.

miércoles, 13 de julio de 2011

La Limpieza del Hogar

Días atrás, Karina escribió “Atacada, limpio y tiro todo lo que no sirva guarda con cruzarse!!!”…

Semejante frase me hizo pensar y salí de la escena y vi que diría hacer la limpieza puede ser otra de liberación, de reencontrarse con uno mismo, aunque esto suene algo poco creíble para muchos, es una realidad, pues ese tiempo que dedicamos a limpiar nuestros hogares nos puede permitir reencontrarnos con nosotros mismos, darnos ese tiempo tan escaso en nuestros agitados días y que muchos no disponen. Hacer la limpieza, para muchos es una tarea aburrida, una carga pesada, algo que “si o si” hay que hacer.

Todo es cuestión de cómo lo encaremos, diría es una cuestión de actitud.

¿Qué pasaría si en lugar de quejarnos al realizar esta tarea, cambiamos nuestra actitud negativa a una positiva?

Los beneficios serán muchos, no solo disfrutaran de la satisfacción y serenidad que aporta ver un lugar limpio despejado, sino que se sentirán más libres, liberaran la energía que nos lleva a realizar nuestras metas y sueños. Pero para ello necesitamos el camino libre de obstáculos. El desorden nos lleva a la confusión, nuestra energía esta bloqueada, mientras que el orden nos da esa claridad de lo que queremos, nuestra energía fluye más fácilmente. Es algo muy simple y básico cuando queremos lograr resultados e ir cumpliendo nuestras metas poco a poco.

El acto de limpiar el placar, el escritorio, la habitación, y cada espacio de nuestros hogares se traducirá en una maravillosa sensación de Libertad, al limpiar nuestros espacios, también limpiamos nuestras emociones, nos liberamos de miedos y confusiones.

Con el orden de objetos emitimos mensajes. Por ejemplo, la acumulación excesiva de objetos emite el mensaje de saturación de ideas, proyectos y planes confusos, muy poco estructurados y poco definidos. El lugar donde se ha acumulado el desorden determina el mensaje que emitimos, refleja nuestro momento presente, como nos sentimos y vivimos:

* Si hay desorden y objetos amontonados en la entrada de la casa, el mensaje es miedo a relacionarnos con otras personas.

* Si hay desorden en la sala, el mensaje es que tememos al rechazo social.

* Si el desorden es en el comedor, el menaje que emitimos es que nos inspira miedo el hecho de no dar pasos firmes y sólidos y una sensación de dominio por parte de la familia.

* Si es en la cocina, el mensaje es de resentimiento o de fragilidad sentimental.

* Si es en el placard, el mensaje es que se nos dificulta el análisis y el manejo de la emociones.

* Si el desorden es en el escritorio o área de trabajo el mensaje es de frustración, miedo y necesidad de controlar las situaciones.

* Si es detrás de las puertas, el mensaje es que tememos a no ser aceptados por los demás o que nos sentimos vigilados.

* Si es debajo de los muebles, es que le damos demasiada importancia a las apariencias.

* Si el desorden y los objetos amontonados están en los pasillos, el mensaje es de conflictos para comunicarnos y miedo a manifestar lo que deseamos en la vida.

* Si el desorden es en bodegas, el mensaje es que vivimos en el pasado.

* Si es en la cochera, el mensaje es que sentimos temor o nos falta habilidad para actualizarnos.

* Si es en toda la casa, el mensaje es de coraje, enojo, desidia y apatía hacia la vida.

No imagino que estarás sintiendo a leer estas líneas pero, más allá del acierto de las definiciones, lo realmente importante es que intentes hacer “orden en tu casa” y éste se transformará en “orden en tu vida”.

Después de esto, estoy seguro que comenzaran a ver la hora de la limpieza como un momento muy importante, es el momento de poner orden en tu casa, en tu vida, a tus ideas, pues hacer la limpieza también es un arte.

Así lo dice Dominique Loreau, escritora francesa que recientemente presento su nuevo libro: “Faire le ménage chez soi, faire le ménage en soi” (Hacer la limpieza en casa, hacer la limpieza en uno) y dice que el arte de limpiar nos permite mantener un cierto equilibrio mental, además de nos permite apreciar mejor el lugar que habitamos, nos deposita en el momento presente.

Finalmente, si quieren darle un toque distinto al tiempo en que limpian sus hogares, haganlo cantando, enciendan un sahumerio o un hornito…, piensen cosas que quieren para sí (uno y su circunstancia) y declárenlas como obtenidas.

Después de esto, estoy seguro que estarán recargados de buena energía, de optimismo y, sobre todo… Esa tarea molesta… la transformamos en algo muy útil para nosotros.

Texto original: Por: Lorena López de Lacaille

domingo, 10 de julio de 2011

No sos vos, soy Yo...

¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?... ¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿La suegra? ¿El jefe?...


Se podría armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. Es cosa de pensar un poco y nombrar a todas aquellas personas que no te dieron lo que mereces, te trataron mal o simplemente se fueron de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.


Pero no es necesario buscar nombres. La respuesta es más simple de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, nadie te rompe el corazón, te daña o te quita tu paz. Nadie tiene esa capacidad a menos que tú lo permitas, abras la puerta y entregues el control de tu vida.


Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser tarea no fácil, pero es más simple de lo que pensamos. Si comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad lo complejo da lugar a lo posible.


El hombre sufre no por lo que le pasa sino por lo que le parece que pasa. Casi siempre sufrimos por tratar de dar respuesta a preguntas que rondan nuestra mente como: ¿Por qué no llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras.


No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.


Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", continúan con sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo lo que estás viviendo en tu mente.


Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:


"Necesito que me digas que me quieres aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".


¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será una tortura constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un castigo voluntario para nosotros?


No es posible pasar la vida dando el poder a alguien más, porque terminaremos dependiendo de las decisiones de otros, convertidos en títeres de sus pensamientos y acciones.


Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas, diría que son “una manera de decir”. No porque esté en contra del amor, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo entiendo) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.


Nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí podemos decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos pasa.


La siguiente vez que piense que alguien lastima, hace sufrir o controla nuestra vida, debemos recordar que “No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control”


"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la elección de la actitud personal que adoptará frente al destino para decidir su propio camino".


Fuente: Viktor Frankl, neurólogo, siquiatra y el fundador de la logoterapia