jueves, 22 de enero de 2009

Es fácil amar?

El amor no es fácil, para nadie. Ni amarnos a nosotros mismos puede lograrse sin la capacidad de amar a los demás.

La mayoría creemos que el amor es una sensación placentera; pero el amor requiere conocimiento y esfuerzo.

La mayoría creemos que en el amor lo debemos dejar a “Cupido” se ocupe y nos “fleche” como por arte de magia y consideramos que el problema del amor consiste en ser amado y no en amar.
Por eso consideramos como muy importantes aspectos como el éxito, ser poderoso, rico, ser atractivos, en definitiva, una mezcla de popularidad y sex-appeal y gastamos muchísimas energías en conseguir eso.

Creemos que amar es fácil y lo realmente difícil es encontrar a quién amar.

Nos confunde creer que la sensación inicial del enamoramiento debe permanecer en nosotros siempre y que si se pierde es porque el amor muere.

Como el amor es un arte necesita ser aprendido, en lo teórico y en lo práctico.

Hoy en día toda la cultura “igualitaria” nos lleva a creer que somos todos iguales y que da lo mismo estar con uno que con otro, sin embargo, no es así.
Cada uno de nosotros somos únicos y diferentes a todos los demás y esto es lo que se está perdiendo.

El discurso que el hombre es igual a la mujer se confunde con los derechos de unos y otros, lo mismo que el blanco y el negro y casi cualquier cosa que pretendemos decir son iguales, son diferentes en la realidad pero hoy la confundimos.

Ni los hombres son iguales a las mujeres ni todos los hombres son iguales ni las mujeres. Cada individuo es único y por lo tanto tiene consigo todo un universo por descubir para sí y para los demás.

El amor es tan complejo y maravilloso que permite la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, sin embargo, siguen siendo dos.

El arte de amar podría decir que se basa en la capacidad de dar amor, sin pensar que dar implica recibir.
El acto sincero de dar amor traerá como consecuencia el recibir amor. Amar produce amor.

El amor cuando madura implica cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento y todo esto formando una interdependencia mutua. No amamos aquello que no cuidamos. Quien ama, está listo y dispuesto a responder. El respeto evita que el amor degenere en dominación porque es la capacidad de ver al otro tal cual es y la de preocuparse por que crezca y se desarrolle tal cual es y no como queremos que sea. Respetar al otro sin conocerlo no es posible por eso necesitamos el conocimiento y porque en el acto de amar, me encuentro.

Cuando el amor es físico, su duración puede ser efímera si no nos ocupamos de enriquecer esa atracción trascendiendo lo visual, lo “consumista” y vamos más allá de lo que podemos ver. Esto es el enamoramiento de las almas y de los cuerpos.

A veces, parece que la felicidad pasa por divertirnos y esto nos lleva a consumir.
¿Que? Cualquier cosa, somos máquinas de consumir moda, alimentos, estilos de vida, etc. y solemos “equiparnos” con todos los aditamentos que nos indica la sociedad como necesarios y es así que sólo conseguimos tener relaciones artificiales.

Estas relaciones artificiales suelen provocarnos temor u odio al otro sexo porque suponemos que debido al otro nos vemos forzados a procurar “este equipamiento” y llegamos a encontrar serias dificultades en entregarnos al otro por completo. La única forma en que se encuentren las almas.

El amor es un desafío constante que comienza desde nuestra existencia en la experiencia de 2 seres que son el uno para el otro al ser uno con uno mismo y no al huir de si mismos.

La práctica del amor es una experiencia personal sin recetas y única.

Y como el amor es un arte, exige disciplina, concentración, paciencia, una preocupación suprema por el dominio del arte y ser consciente que no se aprende sino de una forma indirecta.

Somos excesivamente indisciplinados fuera de lo laboral. Sufrimos la falta de concentración y nos impide estar a solas con nosotros mismos. Todo a nuestro alrededor está acelerado y estamos lejos de la paciencia necesaria para encontrar la quietud y el disfrute verdadero, creyendo que algo se pierde cuando no actuamos con rapidez, cuando es justamente lo contrario.

La concentración es algo más complicado, y la necesitamos para saber estar sólo con uno mismo, sin hacer nada más que eso, y es una condición indispensable para la capacidad de amar.
Esta concentración la necesitamos utilizar inevitablemente para saber escuchar, que no es lo mismo que oír. Porque estar concentrado significar vivir plenamente en el presente. Hay que pensar continuamente en uno mismo, analizarse, ser sensible ante los demás.

Por esto el amor necesita de la humildad, objetividad y razón. La objetividad y la razón representan la mitad del camino hacia el dominio del amar, pero no hay que olvidar que no basta con aplicarlo a la persona amada, es para todos el mundo que nos rodea.

Hay que tener fe, pero no la fe irracional en una persona, sino una fe racional en el pensamiento propio y en el juicio, tener fe en otra persona como signo de confianza, "de la esencia de su personalidad, de su amor".

Es fundamental la fe en uno mismo, pues "sólo la persona que tiene fe en sí misma puede ser fiel a los demás", la fe en el propio amor. Tener fe necesita del coraje, la capacidad de arriesgarse, llegando incluso a aceptar el dolor y la desilusión.

¿Por qué amar es un acto de fe? Porque amar significa comprometerse sin garantías, entregarte a la persona amada con la esperanza de producir amor.

Pero todo lo dicho está unido a lo social, es decir, el amor no sólo ha de ser para las relaciones con la propia familia, los amigos y las relaciones eróticas, sino también para con todos quienes nos rodean. Sin embargo, los principios sobre los que se basa la sociedad actual y el principio que ha de regir el amor son incompatibles. Es por esto que para que el amor se convierta en un fenómeno social y no una excepción individualista y marginal, se tienen que producir importantes cambios en la estructura social.

Porque, en definitiva, "el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana".

Necesitamos aprender a concentrarnos: evitar las conversaciones triviales y las malas compañías. Esto es difícil en el mundo actual, donde la hipocresía es común, donde lo trivial gana.

¿Porque? Porque, si eliminamos la hipocresía y la trivialidad podemos correr el riesgo de quedarnos más solos de lo que ya por sí estamos, aunque también es cierto que la amistad y el amor se tornarían verdaderos. Aunque, a veces no se trata de eliminar o evitar, sino de ser consciente de ello.

lunes, 19 de enero de 2009

Nosotros y los miedos

El miedo es la identificación con algo que nos parece real y creemos podemos perder.

Esta identificación siempre tiene que ver con el cuerpo. El cuerpo nos parece tan real, que todo aquello que lo ataque o lo amenace, o lo pueda destruir, nos causa terror.
El miedo a que alguien nos ataque, o nos rechace o nos abandone.
El miedo al dolor físico, a la enfermedad y el miedo que engloba todos los miedos: el miedo a la muerte, que significa, literalmente, perder definitivamente este cuerpo.

Este cuerpo que tanto nos preocupa y desespera, ya lo perdimos, desde el mismo momento en que nacemos, estamos empezando a morir.

Cada respiración que es fuente de vida, nos acerca simultáneamente a la partida. "Nacer implica comenzar a morir".

Esto es para entender que vivir y morir son dos caras de la misma moneda, una convive con la otra, y demuestra lo transitorio de la vida y que es sólo un paso por este mundo como puente hacia algo mejor, aunque estamos tan bien engañados que nos parece la única y verdadera.

El cuerpo tiene un tiempo biológico para moverse y expresarse en este planeta tierra. Es nuestro portador del alma quien lo utiliza para experimentar personajes y situaciones en este trayecto, condicionado por leyes materiales que hacen que después de un tiempo, esa misma alma va cambiando de cuerpo, así como nuestro cuerpo cambia de ropa.

Nos hemos identificado tanto con esta cáscara, con este maquillaje, que no queremos perderlo. Es una ironía, porque ni siquiera lo cuidamos en vida, fumamos, vivimos permanentemente intoxicandolo, vivmos en el riesgo autogenerado; pero no queremos que muera.

Descuidamos el balance biológico, lo deterioramos antes de tiempo y cuando intuimos que se acerca la partida, nos aferramos con uñas y dientes a lo último que nos queda de cuerpo. No hemos sabido vivir, y no nos queremos morir y no importa que estemos hechos pelota. El ego se desespera, y el alma se alegra, porque sigue su camino de experimentación de lo irreal, rumbo a la esencia y la verdad.

Cada nacimiento debería acercarnos más a la expresión conciente de nuestra plenitud, pero estamos bastante estancados. Y seguimos naciendo y muriendo, sin darnos cuenta quienes somos.

Tanto es así que la mayoría de nosotros morimos sin haber vivido nunca.

Confundimos vivir, con sobrevivir. Muchos nacen, pero son pocos los que viven. Creemos que cumplir funciones biológicas y ganarse la vida, significa tener una vida y no es así.

Aprovechemos a vivir, con todas las letras. Aprovechemos a conocernos como somos realmente somos, sin prestar atención a lo que durante toda una vida nos han dicho que somos y que nos gastamos en tratar de ser aún a costa de todo lo bueno que nos rodea.

Lo que uno es realmente, eso que somos, no podemos perderlo jamás, no se gana ni se pierde, simplemente ES y tenemos que sacarlo de adentro para poder EXISTIR, para poder SER realmente una fuente.

No podemos tener miedo a perder, lo que NO podemos perder.

El alma no gana ni pierde, no nace ni muere, no negocia ni manipula, no tiene miedo, no siente dolor o placer.

El cuerpo si, el ego y la mente, están sujetos a todas esas cosas ajenas al alma. Si llegamos más rápidamente a la comprensión del SER, la conciencia, que es nuestra condición natural, sin tiempo, sin pasado ni futuro, eternamente existiendo en el presente, podríamos observar con alegría a nuestro cuerpo, cumpliendo su rol divino en este tiempo, realizando ejercicios a cada instante que lejos de anestesiarlo, le permitirán acercarse aquí y ahora a la verdad, única, inalterable y magnífica.

Sería bueno que tratemos de estar un buen rato por día en su silencio interno, donde todo empieza a escucharse con un sonido y una vibración más bella que todos los sonidos del mundo.
Cuando conseguimos escuchar estos sonidos, estamos en la puerta a descubrirnos. Estamos en nuestro verdadero nacimiento y desde donde podremos comenzar a experimentar la vida en todo su esplendor.

Y ¿Dónde quedó el miedo? …. Murió!

jueves, 15 de enero de 2009

Porque me siento así?

Esto que me pasa tiene como inicio en un divorcio no consentido ya que yo en aquellos momentos (marzo de 2007) creía que era posible corregir varias situaciones que no nos gustaban y nos provocaban dolor y hacia que la pareja estuviera “en pie de guerra”.

En general casi todo se relacionaba en que poco a poco fuimos perdiendo el dialogo y cuando nos comunicábamos, mas que hablar en general ladrábamos.


Esto hacia que cada uno tenía algunas reacciones “infantiles” y eso enojaba más aún al otro porque no entendía que pasaba. Ahora entiendo eso sucedía porque ambos enfrentábamos situaciones personales que no nos gustaban y no supimos compartirla con el otro.

Desde hace ya unos cuantos meses (8 o más) mi ex tiene una relación con el mismo hombre (no se si es diaria o eventual) y desde diciembre en sus salidas con este señor incluyó a nuestra hija.

Lo del tiempo lo sé porque cuando mi hija estaba conmigo por las noches en el llamado telefónico con la mamá para las buenas noches varias veces había un fondo del ladrido de un perro grande (ex en su casa tiene gata que no es bilingüe), y ahora se tiene amigo que cría ovejeros alemanes y las piezas encajan.

Y no me molesta (aunque de alguna manera me gustaría estar en ese lugar), está bien que trate de hacer su vida, lo que no me parece bien es que incluya a nuestra hija en el medio aún.

Esto es lo que me parece mal, y tratándose de nuestra hija creo correspondía que yo lo supiera de otra forma. No fue así y la realidad llega a mi por un juego de adivinanzas que mi hija (4 años) me hace.

Primero, sorpresa y después dolor y bronca.

Sorpresa porque no esperaba enterarme por mi hija, dolor porque me hubiese gustado ocupar ese lugar y bronca porque siento que se están aprovechando de la inocencia de la niña.

Unos días después justifica no haberlo hecho porque la relación con este señor es mínima, poco frecuente, poco importante… lo que me provoca mayor confusión porque si es algo así cual es la necesidad de meter a nuestra hija en esa situación diciéndole es un amigo.

Al menos, en lo que a mi respecta, cualquier relación eventual o poco significativa la hubiese mantenido al margen a mi hija con el fin de preservarla de cuestiones que aún no entiende.

Después de esto algunos comentarios hechos donde no debía hacerlos (aunque fueron tomados de mentira verdad) terminan por romper la frágil relación entre mi ex y yo.

Ahora ella me muestra su cara egoísta donde prioriza todas sus necesidades y rompiendo lo que amablemente habíamos acordado, con los abogados en principio y sostenido y modificado de acuerdo a las nuevas necesidades de ambos durante el último año.

Ahora ha propuesto un juego donde me pide, le doy y después me lo saca y si me quejo, da vuelta las cosas y me transforma en el malo de la película.

Sinceramente no sé donde terminará esto ni como ni cuando pero es una situación horrible que espero no traiga consecuencias a nuestra hija ya que cuando las personas sólo piensan en si mismas a costa de los demás las consecuencias pueden ser devastadoras para todos, incluido quien cree que obrando de esa manera cree está en lo correcto.

Como se dice por allí “todo vuelve, tarde o temprano” sea el bien o el mal que hayamos hecho.

De nuestra hija mucho no me preocupo ya que los niños son muy intuitivos y aunque seamos sistemáticos en la mentira ellos intuyen la verdad.

Ojala, la mesura se haga presente. Ya la vida es bastante dura como para hacerla aún más.

miércoles, 14 de enero de 2009

Estoy muy enojado

Será porque estoy divorciado y tengo una niña de 4 años y no me gusta estarlo o será porque hay circunstancias que me martirizan del mismo modo que lo hacían cuando estaba casado?

Será posible!!! ¿Que cosa no funciona bien en mi que me pasa esto?

No pienso en que el otro es responsable, pero porque entro en su juego y permito me masacre.

La idea original del blog era expresar mis sentires y experiencias cuando está todo vivo y no contarlo dentro de unos años que pueden estar disfrazados por otra realidad y quedar perdidos en el tiempo. Era relatar mi camino, escribir una bitácora.

¿Cuál era la razón de dejar un testimonio vivo?

Como mi divorcio fue muy duro y mi corazón fue terriblemente destrozado, desde mi quise dejar esto para mi hija para cuando tenga la duda de saber que pasó (y si así lo quiere hacer) pueda leer que sentía y hacia yo en este tiempo.

Con esto quería que viera que tanto trate de hacer para ser un poco mejor, para que vea que al menos lo intenté. Que no abandoné la lucha y me rendí ante la dificultad. Aunque se muy bien que muchas cosas no hay que leerlas para saberlas sino sentirlas y hoy por hoy mi hija me siente a pleno, en toda su dimensión.

Posiblemente muchas cosas de lo que hay aquí no lo entienda claramente pero puede ser la punta del ovillo si es que en algún momento le toca vivir una experiencia similar.

Los chicos tienen una memoria fantástica y, conservan recuerdos de cosas de su niñez de manera increíble, aunque no el 100% de los sucesos sino una parte que sirve para traer el resto desde el “olvido”.

Claro está que talvez de nada sirva, pero para mi hoy es una tarea que utilizo para reflexionar muchas cosas y buscar crecer en todo sentido.

Por ejemplo, parte de ese crecimiento es reconocer y aceptar lo que pasa.

Hoy reconozco y acepto que estoy furioso con mi ex. MUY Furioso.
¿Por qué? Porque ella, la semana anterior, me pidió si algún día podía dejar de trabajar para cuidar por la tarde a nuestra hija así ella hacia ciertas cosas personales.

Así que vi que como el viernes a la tarde y el sábado la niña estaría conmigo, le propuse en vez de retirarla el viernes a las 18hs lo haría a las 14 de forma de irnos de fin de semana fuera antes de que la mayoría de la gente quiera salir de la ciudad evitando el caos de transito. Nada más, sencillito.

Como no dijo nada en contra, reorganicé mi agenda, hice cambios y todo estaba listo.

¿Qué pasó? Me llamó para decirme que el viernes estará ella con a niña.

¿Qué pasó? Ni idea, tal vez celos porque sabe que la niña disfruta enormemente cuando vamos fuera de la ciudad y le cuesta mucho regresar.

Como esto, muchas cosas casi todos los días una pequeña patadita, un codazo, buscando la pelea, la confrontación. Posiblemente no esté contenta con su presente y como no sabe mirarse me responsabiliza de todos sus males.

Estoy enojado y muy triste porque al mujer que tanto amé se quedó chiquitita y muy pobre de espíritu. Tanto que me preocupa mucho tenga la capacidad de educar desde el amor, de darle valores a nuestra niña.

Por fortuna, cuento con la confianza de mi niña y si me pregunta porque, le diré a verdad… y será la verdad. Sin adornos.

Y lo haré siempre, aun en circunstancias que no me favorezcan.

Mi fortaleza es la verdad, la confianza y mi tranquilidad espiritual. El resto vendrá por añadidura.

Pensaba que ella tenía que madurar

Una vez asistí a una charla en la que se hablaban de un montón de cosas entre las cuales, las relaciones de parejas que muchas veces eran tan “desparejas” que los integrantes terminaban “tirándose” de los pelos.

En aquella oportunidad exprese a viva voz que aun en las rupturas cuando madurábamos lo que había pasado… después de algunos meses de reflexionar sobre lo que había pasado podíamos “cerrar” el tema desde el perdón sincero al otro y hacia uno mismo y esto podía transformarse en un “renacer” de la persona y habilitarnos para cualquier nueva relación desde un lugar más sano. Sin rencores ni odios, ni revancha.

Recuerdo bien que unas filas más adelante mío, una señora respondió “que perdón ni nada parecido, ase hdp le hago la vida imposible hasta me quede algo de aliento...”

Quien dirigía la charla dice “Nunca mientras tengas odio en el corazón podrás ser feliz, y tu felicidad nunca podrá ser a cambio de la infelicidad que puedas o no provocarle al otro”… y la cosa quedó…”no me interesa, así lo disfruto yo, él que se muera”- dijo la señora.

Mucho me lamenté por ella y me dije a mí que bien que estaba haciendo mis cosas ahora, más allá que haber fracasado en ese matrimonio era un peso importante pero que lo estaba superando desde el amor y el perdón tanto al otro como a mi mismo.

10 meses han pasado ya de aquella oportunidad, y con los sucesos de estos días parece que no estaba tan acertado ya que tratándose de los más caros afectos en muchas ocasiones los padres (o al menos uno de ellos) convierten a los hijos en rehenes de la frustrada rota relación y objetos de extorsión de uno hacia el otro.

Claro que esto se sostiene en el tiempo mientras los hijos no tienen opinión (o creemos no la tienen) aunque por fortuna para el extorsionado los chicos son muy observadores y poseen gran memoria y estos hechos se verán reflejados en ellos cuando puedan demostrarlo con su actitud y comportamiento.

Talvez los adultos tendríamos que reflexionar un poco y recordar como hemos actuado para entender mejor que es lo que está pasando.

Acaso nunca te hiciste la pregunta ¿Qué hice yo para merecer esto?

Si piensas un poco y analizas el porque de muchas cosas es posible te des cuenta que cada cosa tiene su porqué, aunque esté un poco escondido y si lo merecías.

¿Por qué me hace esto si yo lo único que hice es amarlo con todas mis fuerzas?

A veces amar con todas las fuerzas es ahogar al otro y causa rechazo, también sucede que ese niño puede no querer tanto amor desde sólo uno de los padres sino que necesita esté más repartido… es cuestión de equilibrio.

Como todo en esta vida, equilibrio, mesura, sensatez, madurez y sinceridad, pero no con el otro es para con uno mismo. Esto es lo fundamental y lo único que nos salvará.

martes, 13 de enero de 2009

Somos quejosos por naturaleza o no sabemos querernos?

VIVIMOS quejándonos. De todo. Todo el tiempo nos quejamos. Somos unos llorones terribles.

Del sueldo miserable que recibimos a cambio de nuestro poco valorado trabajo, o de que las tareas que nos asignan no nos gustan, o que no encontramos a “la” persona que tanto buscamos y la lista puede ser interminable.


Las preguntas son: ¿Son siempre los demás el problema? ¿No tendremos algo que ver nosotros?

Y si en lugar de quejarnos tanto nos preguntáramos: ¿cuáles son nuestros sueños?, ¿qué tipo de trabajo nos gustaría tener?, ¿qué cosas debe tener la persona que estamos buscando?

Todos -o casi todos- tenemos sueños pero, ¿qué tan presentes están en nuestra vida diaria?

¿Fijamos metas en el tiempo o sólo nos quejamos de nuestra realidad actual?

Todos los éxitos empiezan con un sueño - no importa si es grande o pequeño-, un deseo por alcanzar, una idea. Pero, para ir por nuestros sueños debemos primero creer en nosotros.

Pero… ¿creemos en nosotros mismos? ¿Nos tenemos fe?

Tal vez, en sus respuestas estén las razones por las que en lugar de luchar por nuestros deseos, nos limitamos a quejarnos por nuestra "injusta" y "complicada" vida. Y la pregunta que hacemos es “¿Qué hice para merecer esto? Victimizándonos permanentemente.

Porque no nos amamos lo suficiente?

Porque no creemos que somos capaces de alcanzar nuestros más profundos deseos y, muchas veces, ni tenemos claro cuáles son esos sueños que están vivos en nuestro corazón.

Y si esto es así, como hacemos para descubrir que queremos y, después, encontrar los caminos para poder hacer realidad esos sueños?

Necesitamos desarrollar una buena “actitud”, aprender a ser optimistas, aprender a creer en nosotros y tener la certeza que tenemos el potencial para hacer realidad esos deseos.

Como lo hacemos?

Para hacer realidad los deseos, es necesario aprender a transformarlos en pequeñas metas alcanzables y que se desarrollaran en una secuencia tal que serán realizadas con poco esfuerzo.

Diría por ejemplo: “quiero una casa” y seguro que no aparece la casa…

Habría que desear, Quiero una casa, y comenzar por decidir hacer los cimientos, el piso, luego las paredes, el techo, y todo lo que lleva dentro. Y, finalmente… allí estará la casa… el deseo hecho realidad.

Pensar que aquello no debo desearlo porque es imposible es lo mismo que pensar en el fracaso y cuesta lo mismo pensar que es posible. Sólo que esto último es mucho más interesante y se convierte en un motivador positivo que se extenderá a todo lo que intentemos hacer.

Sentir, es la fuente principal de nuestro “poder hacer”. Tenemos que sentir con fuerza y los resultados llegaran y, no tarde o temprano. Llegarán en el momento preciso en el que estemos preparados para recibir lo deseado.

lunes, 12 de enero de 2009

Relaciones sanas o enfermas?

Como no vivimos en soledad ni aislados del resto del mundo, nos relacionamos con los otros de muchas maneras y estas relaciones suelen ser sanas o enfermas según las vivamos.

Estas relaciones son con familiares o con quienes comparten nuestras actividades diarias.

Una relación sana prolonga notablemente nuestra vida, es más aún, le da "calidad de vida". Por el contrario, la relación enferma hace que nos abandonemos y en condiciones muy duras.

¿Qué es entonces una relación sana y una enferma?

Relación es como interactuamos con los demás, sean los otros protagonistas principales en nuestra vida o secundarios, o los ocasionales, o aquellos que por momentos entramos en sintonía o en explosión con el otro, y no es otra cosa que un espejo de nosotros mismos.

Una relación es sana cuando el contacto con el otro, saca de nosotros lo mejor que tenemos, nuestra verdad, nuestro amor, nuestra generosidad, la simpleza, el servicio, la entrega, el humor, la alegría y el entusiasmo de seguir creciendo juntos, complementando uno, lo que el otro no manifiesta aun y viceversa.

Pero si la relación con el otro, solo hace aflorar de nosotros lo peor, lo feo, lo vulgar, lo violento, lo frío, la manipulación, la carencia, la demanda, la indiferencia, esto es decididamente un vínculo enfermo.

Si pensamos en esto y analizamos las relaciones claves de nuestra vida primero y luego, vayamos lentamente analizando las demás.

¿Cómo actuamos nosotros con esas personas, cuando ellos aparecen en nuestro día, en las situaciones que vivimos?

¿Las relaciones con nuestros padres, con nuestros hijos, con nuestra pareja, con nuestros amigos y otros habituales, hacen que seamos mejores personas día tras día, y que nuestra personalidad se adecue al Ser, en nuestro máximo posible?

¿O por el contrario, no solo estancamos nuestro comportamiento, sino que nuestra personalidad sigue suelta y causando dolor porque nos sentimos "ahogados" por la situación y no conseguimos sacar la mejor de nosotros?

¿Seguimos negociando nuestra vida? ¿O estamos dando, con tanta nobleza y conciencia, que recibimos más y más de todos en cada caso?

¿Somos príncipes o mendigos? ¿Somos héroes o cobardes?

¿Vivir nos fortalece y nos acerca a nuestra esencia, o nos mantiene en un olvido que se vuelve insoportable?

Que tal si, nos tomamos unos minutos para reflexionar sobre nosotros mismos. Cuantos más tiempo, mejor.

Si comenzamos a sentirnos, a percibirnos, así podremos sentir que podemos sentir que tan magníficos podríamos ser y esto no podría compararse en nada con la vida “socialmente aceptada” que creíamos tener.

Muchas veces todo esto los sabemos, lo intuimos, pero no queremos o no tenemos la fuerza para decidir hacerlo o, a veces, no sabemos como hacer porque creemos estamos sólos en esto.

Pero no es así, sólo hay que intentarlo y poco a poco uno comienza a notar cuando conversa con otros que hay algo que regresa y nos da fuerza a seguir y nos enseña el buen camino.

Claro que habrá muchas ocasiones en los que esto mismo será ignorado y el otro no entenderá de que hablamos y hasta nos mirará como diciendo "de que hablas"... pero no debe importarnos. Tarde o temprano cada uno entiende de que hablamos. Solo que, a veces, es demasiado tarde.

sábado, 10 de enero de 2009

Ya no hay hombres!!!

Ni mujeres, agregaría.

Muchas mujeres dicen estar hartas y los responsables son los hombres. ¿Es esto cierto?

Es una verdad a medias. También están hartos los hombres y las responsables son las mujeres.

Es decir, “todos están hartos”

Porque es así? Porque vivimos en forma absurda. Ni unos ni otros somos responsables del aburrimiento ni la frustración de los otros.

y, ¿Cómo hacemos para no frustrarnos?

Nos sentimos frustrados cuando recibimos menos de lo que esperado o recibimos otra cosa. Talvez si uno esperase menos no nos frustraríamos tanto.

Por otro lado, es imposible vivir esperando nada, uno siente expectativas. Asi nos sentimos vivos. Lo que hay que evitar son los extremos.

Debemos ser inteligentes y sensiblemente moderados.

Las mujeres están hartas porque esperan demasiado de los hombres y, nosotros (siendo tan diferentes emocionalmente hablando) no podemos satisfacer sus deseos.

Las mujeres son más imaginativas y suelen convertir a casi cualquier hombre en un auténtico “héroe”. Su romanticismo enseguida visten de príncipe a ese “héroe” y, poco a poco exigen actúe como tal.
Con el tiempo esos príncipes azules comienzan a “desteñir” y vuelven a ser vistos como lo que son. Hombres comunes y corrientes.

Esto suele ser el inicio de la gran frustración amorosa, el “elegido” es igual a cualquiera que camina por la calle y la única diferencia es que con él “dormimos”.

Como antes “crearon” un príncipe, ahora miran con lupa a éste hombre buscando que tan poco “especial” es para justificar su frustración.

Y nosotros, ¿qué? Y… no somos tan imaginativos pero compensamos con mucho instinto biológico que casi llega a intoxicarnos y creemos ver a Cleopatra en cualquier mujer.

Por algo se dice que “el amor es ciego” aunque, en realidad, cerramos los ojos.

Pero como no es posible vivir con los ojos cerrados, poco a poco comenzamos a abrirlos… y vemos cosas… y “Cleopatra” comienza a dejar de serlo.
Desde entonces, comenzamos a hacer otras cosas. Leer más el diario, mirar más TV… y las mujeres se hartan.

Lo que pasa es que los dos nos sentimos aburridos y este es el mal mayor y si no se encuentra una solución TODO morirá.

Se dice que cuanto más inteligente, sensible y creativo seamos, más nos aburrimos. Esto es así porque creemos que con una sola experiencia es suficiente y repetirla es de tontos.

En este mundo en el que vivimos todo está previsto. Todo está “controlado”. Todo está resuelto, y esto “aburre” y mucho y no sabemos que hacer y comenzamos a ver todo mal (si usamos pensamiento negativo) y todo lo bueno comienza a deteriorarse.

Los amigos ya no lo son tanto, ese gran amor comienza a desdibujarse y comenzamos con los grandes cuestionamientos.

Una vez escuché algo así como: “si no puedo cambiar al mundo, probare cambiar yo”.

Y es verdad, deje al mundo sólo y comencé a buscar en mí y encontré algunos aspectos que me interesaron mucho y captaron mi atención y el aburrimiento desapareció.

Dentro de mí encontré un mundo diferente, mucho más rico y auténtico que estaba oculto por infinitas costumbres adquiridas de mis padres, amigos, en la escuela, en el trabajo, en nuestra sociedad y que poco a poco había olvidado.

Tenía que rescatarlo, traerlo a mi presente.

Olvidar nuestra esencia nos sucede porque nos enseñan a mirar lejos, demasiado lejos y en busca de la seguridad tratamos de crear previsibilidad y, poco a poco el misterio desaparece, perdemos la "magia" y la gracia de vivir.

Lo que tenemos cerca no lo vemos y nos hacemos ajenos a lo evidente.

Por esta razón, muchas veces, si no estamos atentos cuando estamos muy cerca de alguien (el ser amado), suele suceder que nos hacemos ajenos a él y lo perdemos.

No es que ya no hay hombres… ni mujeres, sucede que si no miramos dentro nuestro no los vemos, no los sentimos.

miércoles, 7 de enero de 2009

El lujo

Hoy día, ¿Qué es el lujo?

El lujo es algo subjetivo y no necesariamente tiene que ver con el dinero.

No todo lo que es lujo tiene alto costo medido en dinero, muchas veces esta emparentado a las “pequeñas” cosas y como las sentimos.

Mucha gente puede “darse el lujo” de manejar sus propios tiempos o se dan el lujo de no mentir o se dan el lujo de mirar a los ojos.

Cosas que no tienen relación con objetos costosos, sino con nuestros modales del espíritu, con nuestros valores.

Son lujos modestos, muchas veces ignorados y poco valorados y generalmente no provocan envidia. Todo lo contrario, son menospreciados.

Pero como ventaja tienen que no dependen de lo exterior, están conectados con lo que somos, están conectados a lo verdadero, a lo permanente. Están conectados a nosotros como seres auténticos.

Tal vez muchos piensen que la no verdad sea beneficiosa en algún caso en particular, yo pienso que ninguna mentira es beneficiosa en ningún caso. Sólo hay que darle tiempo para que una mentira “blanca” muestre sus consecuencias.

La verdad nos permite mirar a los ojos a todos, nos permite ir con la frente en alto, nos permite ganar la confianza de los otros y este si es un lujo verdaderamente valioso y su valor aumenta cuanto más cerca estemos de ese proveedor de “confianza”.

La Meditación

Dicen que es muy útil pero, ¿Qué es?

La meditación es reconocer nuestro ego y, verlo relaja su poder sobre nuestra conciencia.

Hey! Ego, dije ego! Cuánto hace que no lo mencionaba!.

Una y otra vez el ego me seduce a buscar, a esforzarme. El ego me dice que lo que soy no es suficiente y nos hacemos pequeños y sentimos miedo y pena. Y el ego se siente poderoso y nos domina.

Si nos abrimos a la vida, derrotamos al ego por hacer viva a la verdad, porque vemos la vida como es.

Si estamos cerrados, le damos soberanía al ego y compromiso a la separación.

Cuanto más abiertos estamos más capacidad de sentir tenemos.

Nuestro ego quiere controlar y dirigir todo. Esto nos debilita porque, sin quererlo nos hemos convertido en víctimas del miedo.
Confundimos nuestro ser natural con nuestra identidad personal.

El ego nos hace gastar cantidades infinitas de energía para crear previsibilidad y el precio es depresión y enfermedades para asegurarnos que todo lo que queremos esté allí, cuando lo queramos.

Pero, luego, nos damos cuenta que “eso” no era lo que queremos.

Además de esto, cuando vivimos en un mundo previsible perdemos el misterio, la sorpresa, la magia y cada cosa pierde su “encanto”.

Las estrategias del ego son infinitas de manera de evitar vernos a nosotros mismos.

El ego nos convence que el amor es la recompensa por ser buenos, por ser exitosos… pero en la realidad el amor se hace presente cuando nuestras urgencias, esfuerzos y luchas se relajan.

Muchas veces nos sentimos bien… y hacemos todo bien casi sin esforzarnos demasiado!

Esto pasa porque nuestro ego está muy bien defendido, muy bien armado.

El ego reprime nuestra fuerza vital y no sufrimos, pero ésta energía reprimida (con el tiempo) eventualmente suele derivar en enfermedades.

Cuanto más abiertos estamos, el ego se achica y no gobierna. Sentimos y crecemos muchísimo, pero puede ser “incómodo” ya que la espontaneidad se hace presente y, a veces, trae problemas como ser sorprendidos, como disfrutar el misterio de no saber que va a pasar.

¿Cuál es la herida que el ego no puede curar? Es la sensación de separación de la cuál él mismo es la raíz. No puede curar la soledad ni el terror a no existir.

Amarnos a nosotros mismos no es ego, es autoestima y esto es haber ido desde el miedo a ser nada (ego) al sentido fundamental del ser.

Para poder ser completo tenemos que permitirnos todo aquello que hemos negado, lo que hemos escondido o alejado.

Tenemos que acercarnos a nosotros mismos para estar cerca de todos.

Después del rompimiento, ¿qué?

No importa quien haya tomado la decisión de terminar la pareja o que haya sido de común acuerdo, lo que importa es lo que nos suele suceder es sentir la frustración de no haber podido ir por más, sentir el fracaso, la angustia de sentirnos invadidos por la soledad y la incertidumbre de que será de nosotros de aquí en adelante.

Hay dos maneras de superar esto:

- llenarnos de actividades buscando que la adrenalina que genera la actividad continua nos de la energía que sentimos hemos perdido no dejando espacio a sentir el nuevo vacío.

- buscar momentos en los que lleguen a nosotros nuevas miradas para encontrar emociones, sentimientos y capacidades olvidadas ubicándolas en el nuevo espacio vacío.

El primero cierra la mirada, produce insatisfacción, aporta experiencias pobres y repetitivas, confunde y nos mete en un ruido que nos impide escuchar la voz de nuestro interior y nos conduce a una actividad casi obsesiva.

Cualquier cosa es mejor a pensar, a sentir, a preguntarnos ¿Qué pasó? ¿Cómo y para que viviremos?

La segunda abre puertas, produce bienestar interior, no hay nada que hacer ni necesario. Es un estado de permanecer en él. Es buscar el ser, es encontrarse, reconocerse y esto genera endorfinas y causan relajación y armonía interna.

Relacionado con esto está el silencio, y no es la “ausencia” de ruido, sino el mover nuestra atención hacia los sonidos que nos hablan desde nuestro interior.

Encontrar estos silencios puede ser lo mejor que podamos hacer para escuchar las respuestas a las preguntas que casi siempre hemos evitado.

Cuando nuestro interior habla nos permite profundizar nuestras raíces emocionales y conectarnos a lo que nos rodea (y con quienes) de una manera más íntima, profunda y verdadera.

Comenzamos a disfrutar todo de una forma muy diferente, más “sentida”, más real y verdadera.

Simplemente el placer llega a través de una mirada, de un gesto, por el tono de la voz, o por tocar al otro. No hay necesidad de embarcarse en cuestiones hiperactivas para demostrar nada (a nosotros ni al otro), no hay que ir ni venir. Sólo hay que permanecer. Estar “presente”, nada menos.

Esto es nuestro tesoro y no lo es porque sea inmutable como una piedra preciosa sino porque el presente es vulnerable y reconocer esto significa pedir que nos cuiden, nos guíen, nos presten atención… que nos apoyen.

Y, mágicamente, encontramos los valores humanos esenciales, la vida, la colaboración, el cuidado, el respeto, el reconocimiento del otro, el amor.

Si nos oponemos a esto decimos, egoísmo, materialismo extremo, acumulación voraz, especulación, codicia.

Hay muchos estilos de vida fundados en estos tipos de valores. Los fundados en los primeros cuando encuentran el silencio se pacifican, los otros se asustan.

Por eso, cuando vamos a la playa o a la montaña o salimos a caminar o a correr y el silencio nos “aturde” recurrimos a los auriculares que tapan nuestros oídos.

Yo pregunto… “Hacer nada”, ¿da placer o martiriza?

La respuesta puede ser la llave para que mejorar como vivimos, como sentimos, como nos relacionamos con los demás.

Porque da miedo hacer nada? Porqué da miedo aburrirnos? Será, tal vez, que sentimos miedo a no encontrar nada dentro nuestro que valga la pena?

Este miedo nos hace llenar nuestra vida de obligaciones sociales, laborales, de gozar, de encontrarnos, de divertirnos, que llenan nuestra vida de ruido y vivimos un engaño autogenerado.

Vivimos una ficción vacía.

En cada uno de nosotros está la responsabilidad de decidir que queremos.

Parecer felices o serlo.

Promesas frágiles

Vamos por la vida andando caminos, cambiando de senda cuando creemos que la que transitábamos no nos lleva a lo que deseamos.

Es parte de crecer, de ir aprendiendo que es lo que queremos y como lo queremos.

Y está bien, aunque nunca es blanco o negro, siempre hay matices. Todo tiene su grado de importancia.

¿A qué me refiero?

Si el helado no me gustó, lo tiro y busco otro mejor. Costo? Ninguno y sin implicancias en el futuro.

Cambiar el auto, la casa es diferente y los errores en nuestras decisiones puede traer consecuencias económicas pueden ser importantes aunque nada que no podamos corregir con más o menos esfuerzo.

En cambio cuando de cambiar de pareja se trata la cosa es mucho más compleja ya que no se trata de cosas sino de personas y no podemos dejar de sentir como influenciará nuestra decisión en nosotros y el los otros involucrados.

Los otros involucrados son quienes sufrirán las consecuencias más graves de lo decidido ya que no tuvieron oportunidad de emitir opinión. Estas consecuencias pueden ser muy graves y muchas veces irreversibles.

El cambiar de pareja en nuestros inicios amorosos es parte de nuestra búsqueda que no trae más que entender que es lo que estamos buscando. No es así cuando esta necesidad de cambiar se da después de años de convivencia y mucho más cuando hay hijos de por medio.

Cuando se trata de casos con años de convivencia sucede que se apodera de ambos un sentimiento de frustración por el fracaso, la angustia de la soledad, el dolor de no haber podido concretar los sueños que habían tenido cuando estaban juntos.

En general, todo esto se supera cuando llega alguien especial que revive y refunda nuestros sueños o contribuye a crear nuevos. Esto será definitivo en el caso que no se repitan los errores que llevaron a la anterior ruptura y posible de perdurar en el tiempo si fuimos capaces de encontrar las verdaderas respuestas de lo que pasó.

Cuando se trata de casos en los que hay hijos el tema es sumamente difícil ya que nuestra decisión impacta directamente en lo emocional de ellos quienes no comprenden que pasa. Sólo ven que papá y mamá ya no son lo que eran y la imagen de familia se desmorona y el mundo que conocían deja de existir. Sólo hay uno nuevo que no les gusta. No les gusta ser como una maleta que va de una casa a la otra para cumplir con los deseos de “querer y ser queridos” de esos padres.

Y de ellos, ¿Quién se ocupa? ¿Quién los tiene en cuenta?

Muchas veces nadie, y por esto cuando son adolescentes y aún adultos no tienen la imagen de familia les resulta muy difícil poder formar la propia ya que no tuvieron punto de referencia.

Romper con una pareja que creemos no nos satisface nunca será fácil, pero será posible si lo hacemos desde el mirar hacia nosotros, desde el egoísmo, desde la búsqueda de “salvarnos” del otro.

Hacerlo así nos condiciona nuestro futuro y, sobretodo, condiciona el futuro de los hijos de forma muy severa.

¿Por qué? Por qué de igual manera que es imposible que los hijos sean queridos por igual, los hijos quieren a sus padres de manera diferente. No digo a uno más que al otro, digo, di fe ren te.
Esto hace que de una u otra manera ellos traten de unir lo separado y muestren lo que quieren y demuestren su no conformidad con su realidad cuando tienen la edad de hacerlo.

Cuando creemos que se avecina una ruptura, debemos ser serenos y buscar que los corazones hablen. Una pareja no es una competencia, es una sociedad con un bien común, con un objetivo común pero a veces ese objetivo es difuso.

Muchas parejas se terminan porque el stress de la competencia interna es tan insoportable que dejamos de sentir al otro y comenzamos a verlo como un enemigo.

El stress en una pareja suele ser producido por las ganas de superación personal de cada uno de ellos que no son malas hasta tanto esas ganas se hacen por encima de la pareja.

El stress también puede ser por la necesidad casi inconsciente de querer hacer todo bien, porque creemos que el otro nos ama por eso y no por lo que somos realmente.

Por esto, las promesas de amor son frágiles y lo son porque nosotros somos frágiles, nuestros valores son frágiles y perdimos la capacidad de sentir y dejamos todo en manos de nuestra mente.

Pero, nuestra mente es incapaz de sentir y por esto es frecuente recurramos a opiniones de terceros que nos “ayuden” a decidir pensando que al estar fuera del problema pueden tener una visión más clara que la propia de nuestro problema.

Esto sólo profundiza el problema porque un tercero, por más cercano que sea no integra la pareja y desconoce innumerables matices de cada situación que sólo produce opiniones de poco valor y completamente parciales ya que lo hace desde la propia experiencia y no desde la experiencia de la pareja en problemas.

lunes, 5 de enero de 2009

Amor por defecto…

El error, equivocarse, querer y no querer… dudar, es importante para sostener al amor.

Porqué? Porque es parte del juego que nos propone la vida y sólo así se alcanza lo sublime. No es importante ser “racional” sino dejarse llevar por el corazón, y todos lo tenemos. No importa que tan poco lo hayamos “usado” hasta ahora.

Nos “enamoramos” de lo tan “perfecto” que nos sentimos cuando estamos con el otro. Nuestra sangre lleva a todo nuestro cuerpo lo que genera nuestro corazón y se percibe en el aire y el otro lo siente y si nuestro amor es correspondido eso lo retroalimenta.
Uno se “pierde” en el otro y entre los dos nos “encontramos”.

El amor suele ser efímero e intenso y tenemos miles de pequeños “enamoramientos” de esta clase que muchísimas veces quedan dentro de nosotros.

El amor perfecto comenzamos a “sentirlo” cuando comenzamos a enamorarnos de los defectos del otro y lo mismo le sucede a nuestra pareja.

Este amor no es “alegrarse” de todo lo mal que el otro hace sino de cómo reacciona a eso, como lo supera. Es como aprender a reírse de uno mismo.

Esto provoca que ese “amor” sea una “sociedad de socorros mutuos” donde ambos viven la riqueza de lo imperfecto que, aunque así parezca, se hace perfecto porque lo constante e imprevisible de los sucesos que nos suceden con el otro nos llevan a perdurar en el tiempo haciendo cada día sea único.

El amor es por lo diferente que somos cada día, por lo imprevisible. Esto mantiene el interés vivo y buscamos descubrir al otro constantemente.

Si podemos predecir al otro la relación resulta aburrida y perdemos el atractivo que nos mantiene vivos y todo se apaga poco a poco sin aviso.

Este “amor apagado” es cuando cambiamos el amor por lo que “somos” por el amor por lo que “hacemos” y la relación cambia drásticamente porque cambiamos el sentir por el pensar, cambiamos el corazón por la mente y la mente no se enamora, al amor sólo lo puede sentir el corazón.

¿Qué pasa cuando en la relación se mezcla el amor y la rivalidad entre el varón y la mujer?
Se incorpora un matiz que puede ser complicado y si conseguimos sostener un delicado equilibrio entre ambos será el secreto para que la relación y todo lo que la envuelve y acompaña se mantengan vivos más allá que todo este cambiando siempre.

El amor no es eterno, muta, se transforma constantemente y mantenerse en “sintonía” hace que la pareja renueve sus lazos en cada instante, con cada gesto, en cada mirada.

El pendulo

Muchos dicen que el 2008 fue malo y piensan que el 2009 será peor.

Lo que no saben es que muchos de nosotros sentimos (y tenemos) la convicción que el 2008 no fue malo y esperamos (con esperanza) que el 2009 se igual o mejor aún.

Esto es algo que escuchamos año tras año, la misma excusa para que la mente quede prisionera de recuerdos negativos del pasado y de esperanzas trasladadas a un futuro siempre irreal porque lo iremos construyendo poco a poco nosotros.

¿Qué deseos esperamos, si en verdad nunca hay límite a los deseos?

Mientras la mente dolida y anhelante conduzca, no puede haber paz ni dicha.

Siempre recuerdos que vuelven y miedos que se presentan.

Siempre hay añoranzas nostálgicas y deseos probables pero no ciertos.

Así seguimos como en un péndulo, oscilante, previsible y finalmente sufrido.

¿Por qué no logramos detener ese péndulo en el único instante en que se puede modificar una vida reiterada, automática e insatisfactoria?

Ese instante único, perfecto en nuestra eternidad es ahora. Ya!

Sin más gastos de energía, tiempos mentales y elucubraciones ilusorias, sobre lo que deberíamos o no hacer en la historia diaria para mejorar en nuestra vida.

Este es el momento que siempre estuvimos esperando, aunque la mente se rebele para salir de la ignorancia "educada" durante años.

Sólo se trata de eso, entender que hemos llevado una vida ignorante, y que esa ignorancia se puede ir yendo ya mismo como arena entre los dedos.

Cuando nos identificamos con el cuerpo que tenemos y con el rol que ocupamos en este mundo, entramos en plena práctica de la ignorancia, y vivimos vida tras vida sin poder salir de ella, creyendo que nacemos y morimos, deseamos y logramos, acumulamos y perdemos, amamos y destruimos, y de eso se trató nuestro paso por el planeta.

Como esos roles que creemos son verdaderos, el padre, el hijo, el marido, la esposa, el hermano, el jefe, el empleado, el pobre, el rico, el amante, el solitario, el poderoso, el atractivo, el depresivo, el sano, el moribundo, el lindo y el feo, dependen para su existencia de la mirada del mundo, del gusto y la opinión de los otros, que a su vez sobreviven desesperadamente negociando su propia ilusión de que son reales.

¿Cómo puede haber un instante de realidad entre nosotros a la deriva que no nos damos cuenta de los hilos con que son manejadas y creen tener vida propia?

Si un padre para ser feliz depende de su hijo, de su esposa, de las relaciones con el resto de la familia, de lo que le deberían agradecerle, considerarle o retribuirle por sus esfuerzos, o de que remuneración debería tener por sus sacrificios, o de cómo el estado, el empleador, su equipo de fútbol favorito o el clima deberían responder periódicamente para ver si la ensalada de su vida está sabrosa, o incomible; eso nos demuestra la total poca importancia de esto que llamamos vida y que no deja de ser una negociación absurda, perdida de antemano, porque quién puede pretender paz o deleite resultante de su interacción con tantas otras mentes tan o más frágiles o engañadas como la nuestra.

¿De dónde viene esta ignorancia?

Los grandes seres espirituales a través de las distintas épocas nos llevan una y otra vez a que indaguemos esto:.

¿Quiénes somos realmente y quiénes hemos estado creyendo que éramos?
¿De dónde viene esta falsa creencia?
¿Esta falsa identificación con que soy mi ego, mi cuerpo, mi personalidad, mi rol, mis elecciones, mis moldes, mi pasado, mis miedos, mis deseos, mis opiniones, mis juicios, y mi forma continua de manipular y ser manipulado por el mundo?

Proviene de que no solemos escuchar la verdad que nos hubiera hecho ser libres.

La trampa del mundo, la forma impecable e implacable en que está jugando sus cartas, es la de impedir que los seres despierten, atrapándolos en un laberinto de ofertas y demandas, de sometimientos y soledades, de exigencias, culpas y sistemas de castigo o recompensa, por supuesto, siempre inalcanzables; pero con continuas promesas de esperanzas, última trampa mortal de la mente para sacarnos del único instante real, en el cual todo este sistema externo del mundo puede colapsar en un suspiro, en el mismo momento en que podamos vislumbrar nuestra verdad y saber que siempre fuimos libres, aunque no se nos dijo; que todas las liberaciones que buscamos, ya eran nuestro estado natural, y que no hay que buscar ninguna felicidad fuera, porque la felicidad es lo que siempre hemos sido, si hubiesemos podido incorporar a nosotros ese interior olvidado y experimentar que todo lo que anhelamos hoy sería un pálido reflejo de nuestra vida.

Cada vez que podamos y sea sentido, hay que tomar un momento en calma, no mirar afuera, ni recuerdos o sensaciones que tengan que ver con este cuerpo, o miedos y deseos que este mismo cuerpo pueda tener; o por lo menos sepan que esos pensamientos que buscan el afuera, se van a ir yendo en proporción y muy rápido en cuanto llevemos la conciencia hacia nuestro corazón, y sepamos que no hay nada afuera, que no esté ya en nosotros, que todo lo que existe afuera, para que pueda existir necesita un sujeto que lo sienta, y que se enfoque en eso, ese sujeto es nuestra mente, y si vamos quitando la mente de esa conciencia limitada y externa.


¿A dónde va a dirigirse? ¿en dónde va a posarse si dejamos de alimentar aquello que le es habitual, automático, rutinario? ¿a dónde va la mente que ya no puede correr detrás de tanta ilusión?

Nuestra mente va a dirigirse hacia el Ser. Hacia lo que somos.

Dejemos de vivir de lo que no somos y será un acto de sabiduría amorosa para descubrir nuestra verdad.

Pero la verdad, ¿qué es?

Busquemos sobre esto. Vayamos a nuestro interior, fuera de nosotros no hay refugio, no perdamos tiempo buscando afuera lo que siempre fue nuestra naturaleza y esencia, una conciencia ilimitada, frente a la cual desaparece la miseria en la que estuvimos embarrados durante tanto tiempo.

Es hora de despertar, es hora de amar, es hora de ayudar a despertar, sin amenazas, sin imposiciones, sin condicionamientos, sin presiones, sin ruegos, sin cielos ni infiernos. Sólo con amor.

Amor, es lo que somos y no podemos dejar de ser.

Toda una vida se resuelve con amor en un instante y ese instante no es uno en especial sino que pasa a ser especial cuando lo hayamos elegido porque se transforma en el punto de inflexión de nuestra vida.

Es como nacer nuevamente y tirar por la borda tantos años de ignoracia y pasamos a ser los conocedores de la verdad, Nuestra verdad.