jueves, 20 de noviembre de 2008

¿No es hora que alguien me salve...?

Es una pregunta que me hago en algunas ocasiones, y no encuentro su respuesta.

Es una pregunta que se abalanza sobre mi en esos momentos en que mis fuerzas parecen se dispersan o están casi agotadas.

Hay días se me hacen interminables y pareciera que mi lucha es en vano.

Hay días en los que no quiero llegar a casa (o donde vivo) porque no me gusta volver a lo vacío.

Hay días… y noches sin dormir… que siento ahogarme en un mar de dudas.

Hay días en los que siento la necesidad de descubrir algo flotando y me pueda aferrar para no hundirme.

Hay días en los que siento “no me queda nada más” y así me voy a la cama.

Hay días que me levanto con ganas y siento que todo es posible.


Hay días como hoy, que me encuentro mirando a los ojos a mi hija de 4 años diciéndole “Mile, cuando seas novia o esposa y esté el amor contigo, todo será posible, ya verás. Sólo tienes que luchar por ello.” y me parece mágico ese momento.

También sería mágico si en algún momento flaco con su pareja, esas palabras le llegasen a su memoria y le diera la esperanza necesaria para salir adelante.

Hay días y días, algunos de ellos me pregunto (y al barba también) “¿no es hora que alguien me salve?”

Y me quedo esperando una respuesta… y sólo el silencio me contesta en silencio.

Y sigo esperando sin desesperar, como orejeando mis cartas sabiendo que tengo buen juego.


Hay dias que siento que estoy a "prueba"... ¿de que o quien...? de mi. Simplemente.

Podré ser ese varón intuido?... Si. Seguro que si.


...y salgo renovado a vivir mi día.

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