El baile… cosa lejana para mí.
Soy de madera siempre fue mi respuesta, o “el rey no baila” y era suficiente. Nadie me molestaba más… o se olvidaban de mí que es peor.
Mirá un tango, como se baila y verás como en tres minutos se resume una vida, la historia entre un hombre y una mujer.
Miradas que se cruzan, la pregunta queda flotando en el aire y él va en su encuentro.
El acercamiento de la mujer al hombre y frente a frente… comienza su baile.
Recorren la pista como flotando, y dan vueltas y vueltas…con lujos y piruetas, con idas… y vueltas, como en un juego, con quebradas… con miradas… recorriendo esos tres minutos... que son de comunión total entre ese hombre y esa mujer.
Es como la vida, mirándonos a los ojos, estando de acuerdo en principio y juntos tomados de las manos, recorrer la vida y no importa que tantas vueltas tenga, hay que darlas con gracia y firmeza y así será finalmente, como un perfume que se queda en el alma.
Yo no sé bailar, pero aprendí a mirar y lo disfruto y ahora lo estoy entendiendo.
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