domingo, 9 de noviembre de 2008

Ir al lugar donde nacen los sueños…

Es como un lugar que es tan difícil encontrar de adultos que a veces creemos no existe.

Más que “ir al lugar….” debiera decir “volver” ya que a ese lugar lo fuimos abandonando a medida que crecíamos llenando nuestra vida de metas y objetivos muchas veces absurdos y que estaban lejos, muy lejos de nuestro camino.

Creemos que no existe porque nos fuimos llenando de reglas, de obligaciones, de prejuicios, y estamos tan gobernados por esta mente tirana e insensible que descreemos lo fundamental.

Descreemos el regalo divino de soñar y decimos…”yo nunca sueño y cuando lo hago es porque dormí mal…” – me quiero morir!!! Cuántas veces me escuché diciendo semejante barbaridad!!!

Hoy reconozco esto pero hasta hace unos meses era cosa de todos los días.

Hoy creo que hasta sueño despierto, hoy puedo decir que el pesimismo le dio lugar al optimismo y este es el combustible para llegar al lugar donde nacen los sueños.

Pero…¿Dónde es ese lugar? ¿Cómo hago para llegar allí? ¿Cómo se hace? ¿Qué puedo encontrar?

Ese lugar está dentro de cada uno de nosotros.

Para llegar, hay que derrocar a la mente. Hay que impedirle conduzca nuestra vida y, para esto, aprender a escuchar a nuestro corazón que es muy sabio.

Y cuando llegamos a destino, entonces, relajados nos dejamos llevar por la ley que nos dictará el corazón y nuestra mente creará ese mundo mágico donde todo es posible… y será posible, finalmente.

No importa que tan imposible parezca, ni tan loco.
Sólo será posible y será realidad.

Tal vez… lo que sintamos cuando lleguemos ese lugar mágico, podríamos compararlo en lo sentido en un beso al ser amado… ese beso donde se mezclan las almas y se unen los cuerpos.

Ese beso donde dos bocas se juntan con los ojos cerrados y el corazón abierto… tal vez muchas veces hemos llegado, aunque allí nunca se termina de llegar y cada día debemos cuidarlo.

Este es el punto de partida, donde todo comienza y donde todo perdura. Donde lo real y lo imaginario se confunden, donde lo irreal toma categoría de ley… y a ésta ley si que debemos seguirla… porque de ella depende nuestra felicidad.


Y si vamos por más..."no hay que olvidar que la propia felicidad la compartimos con quienes están cerca" ...y es muy contagiosa!!!

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