miércoles, 23 de enero de 2008

Nadie escapa de si mismo

Somos los únicos responsables de nuestra dicha o de nuestra amnesia que genera sufrimientos y depresiones en forma constante.
Esto es generado en nosotros por el sistema de viejas creencias, que heredamos, que recibimos en los primeros años y que repetimos como loros memoristas, por no saber reemplazar esas ideas viejas que hacen estragos en el cuerpo.
Si logramos agarrar el toro por las astas, es decir a nuestra mente a tiempo, antes que el efecto residual se extienda por el cuerpo, podemos modificar la apreciación de la existencia, salir de la ignorancia y entrar en el auto conocimiento.
Usar la inteligencia (la verdadera) y no la acumulación de datos, y la aparente ganancia mundana, no la de premios y títulos, la de curriculums y doctorados, la verdadera inteligencia, es saber la verdad, vivirla, disfrutarla y de paso transmitirla, como una forma de compartir la grandeza que hay en nosotros, para que todos despierten a sus potencias ilimitadas, sin amenazas externas, sin miedos, sin culpas ni limitaciones.
Podemos mirar hacia adentro con humildad, con alegría, desmenuzando, llevando primero a la mente, para después fundir en el corazón lo encontrado, la energía, la unidad, la conciencia ilimitada, el amor que somos como esencia, y que nos lleva a unirnos a otras partes de nosotros mismos que están en el camino en forma mas consiente y despierta, que lo que el mundo tiene para ofrecer en cada esquina.
Buscar y encontrar la calma mental y ser actor protagonista de nuestra vida y no actor de reparto de la película de los demás; pero sin rechazo, sin rencor ni resistencia, sino con absoluta compasión y amor.
Reconocer que la verdad está presente en nosotros, y quedaremos libres de todas las diferencias y conflictos. Nuestra mente es la única responsable tanto de nuestra esclavitud como de nuestra liberación.
Tenemos que liberarnos de la propia naturaleza animal, y desarrollar nuestro interior.
Nuestra falta de capacidad y de deseo de perdonar a nuestros semejantes es la medida de nuestra inmadurez y la razón de los fracasos a la hora de alcanzar el amor.
Si tenemos rencores y alimentamos venganzas es proporción directa a nuestra ignorancia sobre la naturaleza interna y los verdaderos deseos.

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