viernes, 21 de diciembre de 2007

Perdonar es divino? No, es necesario

A veces nos sentimos raros, como con una emoción indefinida. Es como algo a mitad de camino entre lo emocional y lo físico.
Hay emociones y sentimientos que podemos identificar claramente, como a la ira, tristeza, temor, etc que son bien definidas.
Podríamos decir que las otras que sentimos son vagas sensaciones de desasosiego, pesadez o encerramiento.
Lo importante es que no podemos definirla y tampoco que la origina. Si ponemos atención a esto podemos encontrar la clave.
Las emociones tienen una vida muy corta, pero si esta nos encuentra débiles puede instalarse o sumarse a otras de similar frecuencia, fundirse y ser parásitos que vivan en nosotros unos días, semanas, meses e incluso años tomando nuestra energía y llevándonos hasta caer en enfermedades físicas y hacer desdichada nuestra vida.
Si conseguimos ver que esta emoción tiene un patrón de queja como censura, resentimiento o autocompasión significa que no hemos perdonado.
Puede ser que no hayamos perdonado a otro o incluso a nosotros mismos y sea en situación pasada, presente o futura que nos rehusamos a aceptar.
Por ejemplo, la no aceptación del futuro significa no reconocer que el mismo está fuera de nuestro control.
El perdón es abandonar la queja y dejar ir a la tristeza. Perdonar es no ofrecer resistencia a la vida, es permitir que ella se apodere de nosotros, o lo que es lo mismo, dejar de estar muertos en vida.
Las alternativas a esto son el dolor y el sufrimiento.
Cuando uno perdona, una sensación de inmensa paz se apodera de nosotros. Por el contrario, si no hemos sido capaces de perdonar, quien se apodera de nosotros es el ego, y este no puede vivir sin lucha y conflicto (de eso se alimenta) en la competencia.
Por esto la mente no perdona, sólo lo hace el corazón

No hay comentarios: