miércoles, 19 de enero de 2011

Miedo de la soledad

Todos sabemos lo que es la soledad, el que vive sólo y aislado, que no se comunica ni se relaciona. Pero no todas las soledades son iguales.

Una es la soledad impuesta por el rechazo o desprecio de familia o amigos, y la otra es la soledad necesaria donde encontrar el espacio vital para estar bien con uno mismo.

Sentir que vives y piensas, que vibras con las reacciones más profundas del ser, palpar las emociones más personales, eso se consigue en el silencio de la soledad.

Es necesario saber que, a lo largo de nuestra vida, la soledad será parte de nuestra “compañía”.

Necesitamos ese particular espacio de soledad, para depurarnos y recargarnos, por eso es bueno buscar momentos en soledad como “retiro voluntario”, donde nos protegemos de las agresiones del mundo ruidoso, de la falsedad, de las traiciones y de las mentiras…

La soledad es necesaria y es elegida por pensadores, filósofos, humanistas…Son los que observan comportamientos y buscan dentro del ser para poder sacar conclusiones y dar respuestas a muchas preguntas sobre actitudes y reacciones de las personas, en forma individual como general.

Hoy día es sorprendente ver como la mayoría de la gente ha perdido su capacidad de recapacitar (“no pares… sigue sigue”) y se dejan llevar de cualquier “línea de pensamiento de vida” sin revisar las consecuencias que le acarreará eso que viene de afuera y los llevará hacia direcciones erróneas, que los coloca en un vacío existencial, al desencanto personal y los arrastra a la locura o a refugiarse en la soledad más amarga y desoladora.

La soledad tiene su parte positiva, es la fuente que nos ayuda a ahondar en lo más profundo del ser, para fortalecernos y nos da la posibilidad de alcanzar el estado especial donde encontrar la inspiración, donde encontrar nuestra “veta creativa” para expresar el arte de la poesía, literatura, música, pintura…o simplemente VIVIR en plenitud… nada más, y nada menos!

La soledad es el estado ideal para el encuentro con uno mismo y nos conecta con la paz interior que irradia el bienestar de la felicidad suprema. Da sentido a la vida y, nos da la esperanza, que es el sueño de los que estamos despiertos.

La soledad durante períodos cortos la valoramos como un momento en el que trabajar, pensar o descansar sin ser distraídos, es como poner un freno a lo que nos pasa para revisarlo y buscar como mejorar eso que nos molesta, nos incomoda y nos hace daño.

Por el contrario, la soledad impuesta nos provoca ansiedad, alucinaciones, o distorsiones de la percepción y el tiempo.

Se hace desoladora, triste y callada, que aplasta como que nos cayó un piano sobre cualquier rayo de esperanza.

Esa soledad es penosa, lacerante, que duele mirarla. Esa soledad de abandono, desprecio y olvido. Esa soledad de mirada fría de sombra negra de espalda encorvada y de andar a rastras…

Está soledad es la que hace que el corazón duela, la que hace que no encontremos la salida a situaciones complicadas… que nos negamos a aceptar… a las que pretendemos enfrentar con los dientes apretados… cuando, en realidad si nos aflojamos y lo aceptamos ya habremos ganado.

La peor soledad es la que nos encuentra rodeados de gente y actividades que sólo hacen ruido y nos impide VER la salida a una vida SIN PARAR….

Esa situación es nuestro mecanismo de defensa a una realidad que negamos ver porque nos consideramos incapaces de enfrentar esas situaciones.

Esas situaciones a veces son propias y otras externas, y su mix hacen que nos parezcan irremediables.

Se dice que ‘para mal acompañado más vale solo’.Triste realidad cuando vives acompañado y te sientes en soledad.

Hoy se vive desesperadamente ansioso, no existe el aplomo para valorar todo lo hermoso que tienes a tu alrededor: tienes madre y no lo valoras, tienes amor y tampoco, tienes salud y nada…no te falta nada de lo necesario y sin embargo, no eres consciente de la suerte que tienes y te lamentas…

Muchos envidian lo que otros tienen pero no están dispuestos a trabajar duro para obtenerlo… Muchos miran a los otros y dicen “que suerte X mira lo que consiguió” pero no miran su sacrificio…

Las experiencias vitales se viven en soledad aunque estemos acompañados. Sólo nosotros experimentamos en nosotros mismos, la enfermedad, el dolor, la tristeza. Las emociones y sensaciones son muy personales, porque no se puede medir su intensidad y compararlas con las de otros.

Vivir la vida en buena compañía nos llena de felicidad, aunque la felicidad está dentro de nosotros, mientras que los miedos, los recelos y los mecanismos de defensa no los ahogue. La felicidad es fruto del amor y donde hay amor no hay soledad.

Cada vez que nos sintamos solos hay que recordar que antes de amargarnos con terceros es preferible disfrutar de la compañía de la soledad.

Es la única que nos entiende y nunca jamás cuestionará aquello que pensemos, es nuestro mejor aliado cuando estamos tristes pero… no debemos olvidar que será más bonita cuando tengamos con quien compartirla.

Quisiera que nadie sufriera de soledad, deseo que la busquen un poco para estar en “soledad” y, leer, pensar y meditar, para aquietar el espíritu y llenarlo de paz. Sino estamos en paz con nosotros mismos, no podremos dar esa paz a otros en su búsqueda de paz.

Si hay paz, no estaremos solos NUNCA y nadie cerca nuestro se sentirá SOLO.

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