miércoles, 19 de enero de 2011

Compartir no resta... suma

Comparte lo que sabes, tus sueños, tus pensamientos, tus sentimientos.

Si te los guardas, los estancas y enmohecen, si los expresas germinan, provocan nuevas emociones, despiertan inquietudes, toman movimiento, crecen y se estremecen.

Compartir no es restar, compartir es multiplicar, compartir es prolongar tu ser, es causar sensaciones, es irradiar, dejar huellas que perduren en la memoria y en los corazones de los demás.

Compartir es enlazar tu propio eslabón en una cadena que propague una corriente de generosidad, esperanza, gratitud, alegría, energía, aprecio, aceptación y perdón.

Compartir ayuda a recomponer los pedazos desintegrados por la soledad, a cicatrizar las heridas de la desdicha, a amortiguar los golpes del destino, a tapar las grietas de la desconfianza, a asentar los cimientos de la amistad.

Compartiendo ganas mucho más de lo que puedas recibir a cambio, porque el afán de tener algo que ofrecer, te lleva a nutrirte ti mismo, a elevarte, a enriquecerte.

Para poder compartir te esfuerzas en mejorar, en aprender, en potenciar la imaginación, en alertar tus sentidos, en cultivar tus valores, en engrandecer tus virtudes, en fortalecer tu espíritu, en emanar vitalidad.

El anhelo de compartir modela con la minuciosidad de la sensibilidad, con la belleza de entregar, con la magia de emocionar.

Regala una sonrisa, ofrece una palabra amable, siembra ilusiones, contagia entusiasmo, provoca palpitaciones, reparte consuelo, inspira confianza, derrocha ternura, transmite comprensión, estimula comunicación, motiva complicidad.

Vive creciendo, vive sembrando vive compartiendo.

Sólo así podrás decir “Estoy Vivo”

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