domingo, 12 de julio de 2009

Busca que te busca… o el que busca encuentra?

Que buscamos?… nos pasamos la vida buscando y no siempre encontramos.

Pero, porque es tan difícil encontrar? ¿Será, quizás, porque en general no sabemos que buscamos?

Al principio buscamos sea linda/o, alto, flaca/o, rubia/o, morocha/o infinidad de características físicas…

Después vemos que es lo que nos hace sentir bien… o talvez que nos de un futuro a cambio de nuestra compañía…

Y siempre terminamos lejos del éxito.

Digo “lejos del éxito” y no “en el fracaso” porque sería fracaso si no aprendiéramos de cada experiencia dando lugar a un nuevo traspié.

Y que es lo mejor para nosotros?

Estoy seguro que si así buscamos continuaremos errando el camino de búsqueda.

Cuanto mejor somos, primero lo somos hacia nosotros y, como reflejo, hacia los demás.

Este “que tanto mejor somos hacia nosotros” no es en sentido egocéntrico sino en el sentido sincero de tomar un lápiz y papel y hacer el ejercicio de cómo nos ven los demás.

Como sentimos nos ven los otros? Divertidos/aburridos, impulsivos/pensantes, activos/pasivos, vagos/trabajadores, honestos/deshonestos, afectuosos/no afectuosos, egoístas/generosos, etc, etc, etc… y 20 mil adjetivos más que nos describen.

Una vez que identificamos como creemos nos ven los demás, talvez, podemos ver cual aspecto no nos gusta y modificarlo.

Y a los 40? Que buscamos? Que esperamos encontrar?

Por allí se dice que los príncipes azules destiñen. En realidad, esos príncipes azules son inventos de los cuentos para niñas que pintan caballos blancos y castillos y quedan en el subconsciente.

Esas niñas cuando crecen, se desilusionan constantemente porque los príncipes no son azules, ni viven en castillos ni tienen caballos y mucho menos blancos…

Cuando se dieron cuenta de esto ya llegamos a los 30 y nos hemos casado.

Los príncipes somos solamente hombres con algunas virtudes y algunos defectos, lo mismo que las princesas… son mujeres que están (igual que nosotros) tratando de aprender a vivir.

Y entonces? Que pasa? nos casamos engañandos?... No, nos casamos (mayormente) enamorados de una ilusión que con el tiempo se rompe.

Una vez me dijeron… eeeh… otra vez te divorcias?… me parece que el problema sos vos!

Y es verdad, parte del problema fui yo. Cuesta reconocerlo, pero tiene sus ventajas. Si podemos reconocer nos hemos equivocado estamos cerca de encontrar la solución al problema.

Lo bueno de reconocer los errores cometidos es que seguramente no volveremos a cometerlos.

Otro día me dijeron, “Que bien, pero a los 40 ¿soltera? ¿Nunca se enamoró? ¿No será demasiado individualista?

Puede ser, pero puede suceder que, mucho estudio, que mucho trabajo, mucho de mucho que evitó nos enamoramos… ¿te parece? O será una excusa más, entre tantas que podemos inventar porque nos duele reconocer que tuvimos miedo de arriesgarnos?

Antes decía que la mejor mujer era la rubia, alta, de ojos verdes, bla, bla, bla…

Después crecí un poco, tuve algunas experiencias y comencé a decir que, la mejor mujer era divertida, cariñosa, trabajadora, buena cocinera, buena madre, bla, bla bla…

Hoy, y ya con alguna experiencia creo puedo decir que la mejor mujer es la que se muestra como es, sin censura.

Y, definitivamente, la mejor mujer es la que quiera disfrutar nuestra vida. La mía, la de ella y la nuestra que será base de la vida individual de cada uno.


Para encontrarla, tenemos que aceptarnos a nosotros mismos y aceptar al otro como es.

Talvez, así, el encuentro se produzca... talvez.

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