domingo, 10 de julio de 2011

No sos vos, soy Yo...

¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?... ¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿La suegra? ¿El jefe?...


Se podría armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. Es cosa de pensar un poco y nombrar a todas aquellas personas que no te dieron lo que mereces, te trataron mal o simplemente se fueron de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.


Pero no es necesario buscar nombres. La respuesta es más simple de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, nadie te rompe el corazón, te daña o te quita tu paz. Nadie tiene esa capacidad a menos que tú lo permitas, abras la puerta y entregues el control de tu vida.


Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser tarea no fácil, pero es más simple de lo que pensamos. Si comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad lo complejo da lugar a lo posible.


El hombre sufre no por lo que le pasa sino por lo que le parece que pasa. Casi siempre sufrimos por tratar de dar respuesta a preguntas que rondan nuestra mente como: ¿Por qué no llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras.


No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.


Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", continúan con sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo lo que estás viviendo en tu mente.


Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:


"Necesito que me digas que me quieres aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".


¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será una tortura constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un castigo voluntario para nosotros?


No es posible pasar la vida dando el poder a alguien más, porque terminaremos dependiendo de las decisiones de otros, convertidos en títeres de sus pensamientos y acciones.


Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas, diría que son “una manera de decir”. No porque esté en contra del amor, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo entiendo) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.


Nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí podemos decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos pasa.


La siguiente vez que piense que alguien lastima, hace sufrir o controla nuestra vida, debemos recordar que “No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control”


"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la elección de la actitud personal que adoptará frente al destino para decidir su propio camino".


Fuente: Viktor Frankl, neurólogo, siquiatra y el fundador de la logoterapia

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