domingo, 7 de diciembre de 2008

No nos confundamos…

El día a día nos trae muchas situaciones creativas, muchos ejercicios y muchos desafíos que nos acercan muy rápidamente a comprender quienes somos en realidad.

Nos sobrepasan de amor. Cada minuto nos llega algún recuerdo (una foto, una mirada, un gesto) lleno de amor y unidad, de compasión y ternura, y claro que estamos juntos aunque no lo parezca, pero esa unidad tenemos que tratar de verla primero en nosotros mismos para compartirla con el otro.

No lo hagamos buscando refugio en el otro. No es bueno para nadie vivir intentando que el otro llene nuestros huecos, nuestras cicatrices, ya que desde adentro debemos sanarlo por nosotros mismos.

Recién ahora estoy comprobando en mi mismo que es mucho más fácil sanarnos que enfermarnos. Pienso que "hay que tener muchas ganas para enfermar el cuerpo, mucha constancia, para tener presente una y otra vez tanto pensamiento negativo, tanto rencor, tanta creencia de “no puedo”, víctimizarnos a los gritos, para terminar enfermando este cuerpo con el que nos movemos por este mundo."

Con mucho menos esfuerzo, con la convicción y la imagen sostenida en el tiempo de lo que deseamos y merecemos en nuestra vida, seguro nos curaremos de esa herida que hoy parece más grande que nosotros mismos. En el día a día, hay que sentirla, percibirla, saborearla.

"Somos los dueños de nuestra salud y de nuestra enfermedad. ¿cual elegimos? ¿Con cual nos vinculamos?"

¿Quién tiene el poder de elegir? Nosotros, unicamente.

Es mucho más simple ser feliz que infeliz. Somos los dueños de nuestra vida y somos quienes tenemos el poder de vivirla como querramos.

Es tan complejo el mecanismo de la infelicidad que se hace crónico generando sufrimiento emocional, que si logramos observarnos a nosotros mismos desde una distancia, con discernimiento, se nos hace ridículo ver toda la energía puesta en sobrevivir agonizando. Y digo sobrevivir porque eso no es vivir.

Casi siempre esos personajes creen son reales y se establecen en nosotros y conducen nuestra vida y nos hacen olvidar lo que somos. En algún momento si nos damos cuenta de lo que está pasando, sonreiremos con calma y sabremos que pronto todas las máscaras van a quedar al descubierto.

¿Qué tan pronto? Todo depende de cada uno de nosotros. ¿Cuántas dosis más de sufrimiento estemos dispuestos a consumir? Ojalá sean muy pocas, así la salida está más cerca. O mejor dicho, más cerca estará la entrada al “mundo feliz”.

Suena utópico? Utopico es que una vaca vuele. Esto es posible, es así. Sólo está en cada uno.

Tenemos el poder! Sólo hay que intentarlo recordando que no somos magos y no se consigue pensando…”no quiero sufrir más… y al minuto, somos felices”.

No es así, lleva algo de tiempo. La felicidad es instantánea, lo que lleva tiempo es sacarnos de la cabeza que somos víctimas y la decisión de vivir sufriendo y esperando que nuestros huecos los llenen los demás.

Ese en nuestro trabajo, reconocer que estamos completos, sin huecos y permitirnos compartir nuestra vida con otros desde el “darnos” sin reclamo al otro. Ni siquiera hacer “trueque”, sin “negociar” cuanto te doy por lo que me das.

Mi fórmula de ser feliz es “Me ocupo de darte, y esa es mi felicidad.”
Tu formula de ser feliz es “Me ocupo de darte, y esa es mi felicidad”

Ups!!! Es la misma!!! Prueba ver que sucede cuando se encuentran dos personas que tienen la misma fórmula.

¿Serán felices?.... SIIIIII. Lo serán, Y ¡COMO!

Y las marcas que quedan de lo que nos ha pasado, ¿que pasa con ellas? Cada vez que las veo recuerdo lo infeliz que fui, recuerdo el daño que me hicieron!.

Podemos mirar una marca y sentir eso, o podemos sentir “esas marcas están porque me permití vivir, ¡que bueno que viví!

No hay comentarios: