lunes, 8 de diciembre de 2008

Aunque te haya arrojado agua… me gustas. - Lo sé.

Cuantas cosas hacemos sin hacerlo?

Vivimos haciendo cosas pretendiendo no hacerlas pero el otro, mágicamente, lo percibe.

Andamos por esta vida muchos de nosotros derrochando amor por todos lados y así somos felices, nos encontramos todos los días y regalamos una palabra de esperanza en quien de una u otra forma se siente desalentado.

Andamos por allí, tratando de enseñar el optimismo. Tratando de enseñar que la vida es cortita y llena de cosas por aprender.

Andamos por allí, tratando de decirle a la gente que no pierda el tiempo en odios, rencores y resentimientos, no vale la pena ahogarse en el dolor.

Andamos por allí diciendo que fuimos creados con una noble misión y ésta es venir aquí, a crear, a enseñar, a amar, a darnos en forma completa.

Pero ¿que nos pasa que andamos muchas veces a la deriva y perdemos el rumbo según los vientos que corren?

Cuando esto sucede comenzamos a vivir circunstancias que nos duelen y nos sentimos desamparados… es como que el mundo se revela en nuestra contra.

Y nos sentimos muy pequeñitos y las paredes que se levantan a nuestro alrededor son cada vez más altas.

Y cada día tratamos de aprender algo para ver si podemos escalar el muro o aprender a derribarlo. Miles de veces lo intentamos y sin éxito. Pero un día -sin aviso- vemos, escuchamos algo que nos dice “dale una oportunidad al amor, comienza a aceptar”.

Y vamos viendo, experimentando, probando una y otra cosa… y aprendemos, cada día una cosa nueva y de repente nos damos cuenta que es muy simple. Que estuvo todo el tiempo enfrente nuestro… “el secreto de la felicidad”

Y este secreto no está en la felicidad en si misma sino en lo recorrido cuando decimos estar buscándola.

Venimos a éste mundo a ser felices, a aprender un montón de cosas para enseñar a quienes nos sucedan, sin ambición, sin egoísmos.

Lo que uno da, es nuestro para siempre… lo que guardamos…se pierde. Por eso es que te amo, aunque tu amor sea para otro. El amor que yo te doy en cada gesto, en cada mirada es mío para siempre…no importa que lo rechaces, eso sólo lo hace más grande y me enseña mucho.

Me enseña que lo más importante no es ser amado, sino que al amor lo tenemos para darlo, no para consumirlo.

Claro que en ocasiones, como andamos dando amor por todos lados nos encontramos con alguien que hace lo mismo y en nuestra misma frecuencia y… sucede que comenzamos a sentir algo diferente… que nos sorprende, que nos eleva 5 cm del piso y parecemos flotar.

Cuando ese sensación se va, sentimos caer pero no desde 5 cm, sino que parecería son 500 metros y vamos cayendo hacia el suelo cada vez a mayor velocidad y lo pequeño, lo indistinguible comienza a ser reconocido y vemos cosas que son propias y parecían olvidadas.

Claro que cuando el amor parece que se nos está negando recurrimos a recetas mágicas para salir de la circunstancia particular y llegan a nosotros las voces de muchos “profetas” que nos dicen quienes somos y que no merecemos el sufrimiento que estamos pasando y que conviene elegir otro camino.

Y hacemos caso a esos “sabios” y nos obligamos a olvidar y tirar a la basura la posibilidad infinita de crecer hacia el amor de la totalidad reemplazando con “falsos amores” creados y buscados por nosotros con el fin de tapar “tanto” dolor.

Podemos continuar en este camino y repetir los errores que nos llevo a sufrir cambiando de “amor” cada tanto cada vez que se “agota” el combustible.

Repitiendo historias y engañándonos cada día y sus noches convenciéndonos constantemente que hacemos lo correcto sin permitirnos escuchar a nuestro corazón.

Pero porque escuchar al corazón si lo único que ha hecho es provocarnos dolor cuando nos entregamos y nos defraudaron. No crees que, tal vez, no hayamos sabido escuchar lo que el corazón decía tapado por el “ruido” de nuestra sociedad y de todos con quienes convivimos.

Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento.
Perfume de naranjo en flor, promesas vanas de un amor que se escaparon en el viento.

Que le habrán hecho mis manos?
Que le habrán hecho, para dejarme en el pecho tanto dolor?

Y yo, ¿Qué voy a hacer?

Hablaré con mi sonrisa, porque de una u otra forma “todos los rios desembocan en el mar”.

No hay comentarios: