lunes, 29 de diciembre de 2008

Capital humano

Las fiestas nos marcan siempre el momento de realizar balances, revisar nuestras “cuentas” con propios y ajenos, y se suman al stress acumulado.

Esto hace que en ciertas ocasiones entremos en un “estado alterado” en el cual buscamos descargar nuestras angustias y frustraciones en el primero que se nos cruce o en quien consideramos es el responsable de lo que nos sucede.

En las separaciones de novios o esposos sin hijos no pasa a mayores ya que no hay necesidad de volver a verse y es más fácil rehacer la vida, pero cuando hay hijos en el medio es mucho más complicado porque las partes continúan viéndose y según sea el grado de madurez de la nueva relación, ésta será cordial o agresiva.

Cordial será cuando ambos arribado al sentimiento que el matrimonio no iba más y que lo mejor era dividir los caminos y cada cual rehace su vida y esto no provoca celos en el otro.

Agresiva puede ser la mayoría de las veces cuando uno u otro no acepta la realidad que le toca vivir y responsabiliza al otro de su situación, y mucho más cuando quien consideramos “responsable” de la separación rehace su vida y nosotros aún lo estamos esperando.

Agresiva puede ser cuando los integrantes de la pareja rota tienen una forma de relacionarse y comunicarse con los hijos diferentes y esto genera problemas y conflictos en uno u otro.

Sea lo que sea, en caliente no es conveniente encarar ninguno de estos temas. Es aconsejable la reflección y tener la premisa que no habrá pelea si uno de los dos no quiere pelear y no importa ser blanco de cualquier tipo de ataque porque hay que comprender ciertas circunstancias hace “descarrilar” al otro y no encuentra otro modo de corregir lo que le incomoda.

Si conseguimos no reaccionar a los reclamos en caliente, la efervescencia de los mismos disminuirá y será posible dar una respuesta serena y equilibrada que aportara calma a la situación y se podrá encontrar una solución a la diferencia.

Lo único importante, y que en el tiempo nos permitirá seguir adelante, es actuar con honestidad y la verdad por más dolorosa que esta sea.

El dolor, en algún momento, cesará y haber actuado correctamente y sostenido en convicciones verdaderas nos dará un capital invalorable.

Este capital será el combustible de la recuperación definitiva de la persona y completará la “preparación” para encarar la tan esperada nueva vida.

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