sábado, 26 de abril de 2008

Vida, muerte y una cuestión de fe

La vida se nos ha regalado una vez y fue desde el amor de nuestros padres que la recibimos.

Desde ese momento, en que es la vida, flota sobre nosotros la muerte.

Al principio no la vemos, no la sentimos ni nos toca. Es lejana y nuestro pequeño mundo está intacto.

Vivimos, crecemos, y poco a poco la muerte se hace presente en nuestros afectos más cercanos y no nos gusta nos arrebate lo que consideramos nuestro. No aceptamos que rompa nuestro mundo. Por esto es que cada pérdida duele tanto.

Todos los días morimos un poco pero, si reconocemos a la vida en cada aliento volvemos a nacer en cada instante.


El transitar por la vida nos golpea, nos endurece, nos hace necios y a veces sentimos ser omnipotentes y creemos podemos con todo y que somos intocables.

Y nos ponemos en un lugar casi supremo y … perdemos el rumbo y la fe en eso superior que nos trajo aquí.

Y sin fe, nos aferramos a la vida de cualquier manera y a cualquier precio sin considerar que vinimos con una misión.

Nos aferramos a la vida desde el miedo, desde la negación de ese destino inmodificable.


Negando dejar el espacio que nos dieron ignorando que teníamos que hacer algo con él.

Talvez si aprendemos a aceptar que estamos de paso, aprendamos a disfrutar un poco más sentidamente nuestros momentos. Los buenos y los malos y, saber hacer algo bueno de ellos.

Talvez morir sea nada o mucho, depende.

Morir es lo que no conocemos y por eso es que le tememos y nos resistimos.

Morir es lo único inevitable, tarde o temprano llega y no importa cuanto tienes o quien eres, sino que haz hecho, que tanto haz disfrutado, que tanto haz vivido y cómo.

Y lo verdaderamente malo de morir es darse cuenta en ese instante final que no hemos hecho nada, es darse cuenta que lo único que hemos evitado es vivir la felicidad que, cuando la tuvimos la ignoramos y la dejamos ir.

Probablemente hemos hecho una gran empresa, probablemente hemos sido casi superman pero, ¿hemos hecho algo verdaderamente importante medido desde el corazón?

Lo malo de morir es darse cuenta que no hemos vivido o que cuando pudimos no quisimos o no supimos.

Esto es lo único malo y aceptando esto podemos ver realmente donde estamos, que hemos hecho y continuar nuestro camino desde un lugar mejor.

En ese instante nuestra vida cambia y la muerte pierde fuerza y no es que no llegará a nosotros sino que en ese último instante en el que nuestra vida pasa delante de nuestros ojos en un segundo nos daremos cuenta que valió la pena. Que hemos dejado algo, que hemos sido felices.

Que hemos tenido a nuestro SER, presente.

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