miércoles, 15 de abril de 2009

Rendirse para ganar

Rendirse al amor o no?

Claro que si, me rindo… el lo que me sale decir, pero el amor es rendirse al otro?

Si y no, depende.

Muchas veces se toma a la relación con un terreno en el que tiene que haber un dominador y un dominado… y si es así no hay amor, hay egos.

El amor no es una lucha de egos y para que el amor perdure éste debe superar a los amantes.

Los amantes son cuerpos y el amor es espíritu.

El amor sucede cuando uno se rinde al otro y allí se produce la “entrega”, y este es el impulso más tierno del corazón.

Rendirse no es claudicar, no es ceder.


Rendirse es tener fe que nuestro amor puede lograr cualquier cosa.

Pero no hay que rendirse al ego del otro eso no es espiritual, eso si es claudicar!

Cuando uno se rinde al corazón del otro consigue la victoria más grande de su vida porque en ese acto el otro también se ha rendido a nuestro corazón y esos espíritus se han conectado para siempre. En este momento se descubre el secreto de la comunión entre esas almas y se transforma en algo sublime.

Esto es rendirse, es entrega verdadera.

Cuando esto no sucede, el amor se apaga y muere.

Por eso el amor nace en el enamoramiento, se desarrolla en el idilio y, normalmente en el matrimonio, llega a una meseta donde cada uno aporta un manojo de necesidades de cada ego y en donde se podrá vivir en una constante tregua intranquila.

Esta pareja podrá vivir así o elegir buscar otro camino… el de la entrega.

Poco a poco nos reconoceremos diciendo “para nosotros” cuando antes decíamos “para mí” o “para vos”, y será desde entonces en que nuestro espíritu habitará en el corazón del otro y nuestro corazón albergará al espíritu del otro.

Con esto hay que tener cuidado, porque si el ego es fuerte en nosotros podemos confundir el “para nosotros” con perder la “identidad” y no es así… lo nuevo no es más pobre… es más rico ya que coexistirá el “para nosotros” con el “para mí” o “para vos”

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