Es imposible atravesar la vida sin que un trabajo salga mal, sin que una amiso nos defraude y cause decepción, sin enfermarse.
Es imposible que en la vida un amor nos abandone, o que nadie de la familia muera, es imposible vivir sin equivocarse, es parte del aprendizaje.
Crecemos únicamente cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de la fe.
Crecemos cuando acepta la realidad y tiene la decisión para vivirla.
Nos hacemos grandes cuando aprendemos a aceptar nuestro destino, pero encontramos la voluntad de trabajar para cambiarlo.
Uno crece asimilando lo que deja atrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que podría ser el porvenir.
Crecemos cuando nos superamos, nos valoramos, y sabemos dar frutos.
Crecemos cuando en nuestro camino dejamos huellas, asimilamos las experiencias, ¡Y sembramos raíces!
Crecemos cuando nos ponemos metas, sin importarnos los comentarios en contra ni los prejuicios, o dando el ejemplo sin importarnos burlas, ni desdenes, cuando cumplimos nuestra labor.
Uno crece siendo fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento... ¡Y humano por nacimiento!..
Uno crece enfrentando al invierno aunque perdamos las hojas.
Recogiendo flores aun con sus espinas y marcando camino aun levantando polvo.
Uno crece cuando aprende a afianzarse con lo que quedó de las ilusiones, capaz de engalanarse, con los restos de aquello que fue... ¡Y de encenderse con el amor en si mismo...!
Crecemos ayudando a los otros, conociéndonos y dándole a la vida más de lo que ella nos devuelve.
Uno crece cuando somos firmes para no retroceder... no con la rigidez del roble sino con la flexibilidad del mimbre.
Crecemos cuando más creemos, más esperamos y confiamos en nosotros mismos.
Es allí, entonces... cuando Uno Crece y Creciendo es cuando Vivimos y aprendemos a SER y es allí cuando la felicidad asoma… ahí… al alcance de nuestras manos, fácil se deja agarrar y nos acaricia con ternura.
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