jueves, 15 de mayo de 2008

Que cortos de vista somos cuando tenemos que mirarnos !!!

La vida es muchas veces equivocada y digo la vida porque es costumbre de casi todos echarle la culpa a otro para no hacernos cargo de lo propio.

A medida que crecemos (se puede decir así?) nuestro físico experimenta cambios, al principio evoluciona, crece, somos una esponja y cuando llega nuestra “madurez” comenzamos a sufrir pérdidas entre las que podemos mencionar, pérdida de la vista, nuestro rendimiento físico merma, nuestra capacidad de aprendizaje se reduce y nos ponemos más rígidos en general.

En referencia a la vista es por partida doble, muchas veces necesitamos anteojos para leer o ver de lejos y por fortuna la medicina siempre encontrará una solución para corregir la falencia. Hasta aquí lo físico.

El otro aspecto y verdaderamente grave, ya que la solución no es simple, es cuando somos cortos de vista hacia lo que nos pasa con nosotros y en nuestra relación con los demás. No “vemos” lo evidente, ni a nosotros ni al otro y la respuesta que nos damos frente a ésta ceguera es “el otro”, y no nos hacemos cargo de nada y andamos por la vida de ésta manera.

Muchas veces decimos “pongo todas las piedras en mi mochila” y salimos a hacerle frente a nuestra realidad.

ERROR !

Hay que sacar las piedras de nuestra mochila y andar livianos por esta vida y es más fácil aceptar nuestra realidad y poder mejorarla. Pero hay que tener cuidado con “aceptar” porque no es desde la resignación sino desde la no resistencia que es muy diferente.

Muchas veces, bajo presión, hacemos y decimos cosas que en otros momentos no haríamos ni diríamos y aquí es donde tenemos que comenzar a vernos.

En general decimos, dije tal cosa porque estaba estresado o confundido o ese día tuve muchos problemas”. Esta circunstancia hay que aprovecharla y debe servir para poder ver porque en esas circunstancias actuamos así.

Actuar así no es bueno para nosotros ni para quienes están con nosotros. Si actuamos así es porque algo mal estamos haciendo. Si comenzamos a aceptar, no hay lugar para el estrés, no hay lugar para confusión ni para los problemas y comenzamos a vivir mejor y a relacionarnos mejor con los demás.

Pero, ¿que pasa cuando nosotros hemos conseguido aprender a aceptar y los cortocircuitos en nuestra relación con los demás siguen ocurriendo?

En ésta situación hay que revisar esa relación y analizar que pasa.

Se dice que para que haya diálogo dos (al menos) tienen que hablar y escuchar, principalmente escuchar sino es un monólogo doble de dos sordos y consecuentemente no es diálogo y lo peor de todo es que ambos creen están dialogando.

Si es así, entonces en la relación uno no aprendió a aceptar y lo que hace es “resistirse” a su realidad enfrentando y no aceptando. Por esto suceden los cortocircuitos.

Aquí planteo una situación. Si así sucede y decimos “el otro no aprendió a aceptar”, estamos poniendo la culpa en el otro y no nos revisamos nosotros. Entonces no aprendimos nada.

No, no es así.

Decir esto es aceptar que el otro puede estar viviendo una realidad diferente a la nuestra y no está obligado a vivir como nosotros hemos aprendido o estamos aprendiendo. Tenemos que aceptar que cada uno de nosotros tenemos tiempos distintos de aprendizaje y voluntades distintas para lo mismo. También tenemos que aprender a aceptar que cada quien tiene derecho a vivir y sentir como cree es mejor y que nuestra elección no es la única válida.

Y por último, si en algún momento nos descarrilamos no nos tiene que hacer creer que todo lo que hemos logrado ha sido en vano porque no somos perfectos y tenemos derecho a equivocarnos.

Si, finalmente, aceptamos esto mucho mejor podremos vivir y cuando haya algún cortocircuito tener la capacidad de reflexión para entender que pasó y seguir adelante.

Seguir adelante, y no es poco.

No hay comentarios: