Cuando uno no está a gusto consigo mismo buscamos una relación para ocultar esta disconformidad.
Esta reaparecerá en la relación en cualquier momento y probablemente responsabilizará a su pareja por esto.
¿Por qué?
Porque quien debía aportar “conformidad” no lo hizo.
¿Pero necesito tener una relación conmigo mismo?
Si para establecer una relación es necesario a dos, entonces tengo que dividirme en “yo” y en “mi mismo”.
Esta dualidad creada por la mente es la causa principal de nuestra complejidad diaria innecesaria, de todos los problemas y conflictos.
Cuando uno se “reconoce” como uno deja de juzgarse, deja de sentir pena por si mismo, no está orgulloso de si mismo, no se ama ni se odia a si mismo. No hay “uno mismo” que necesite proteger, defender o alimentar y cesa la relación con uno mismo.
Este es el punto donde comienza a ser posible una relación verdadera con otra persona.
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