miércoles, 1 de octubre de 2008

Compañero de trabajo

Pedro era uno de mis compañeros en mi trabajo, hombre muy trabajador y cuidadoso de su familia, un día me contó preocupado, sorprendido y con gran tristeza lo que había sucedido la noche anterior en su casa con su hijo de 7 años.

Cuando llegó Pedro a su casa – a las 20 hs – después de un largo día de trabajo, su hijo le preguntó cuanto costaba su hora de trabajo. Él le responde que no sabía, que nunca hizo la cuenta y que ni su mamá sabía cuanto ganaba.
Su hijo insistió un poco más y Pedro le respondió que cada hora ganaba casi $20, luego llegó la hora de la cena y el tema quedó olvidado.
Después de la cena, el hijo le pidió a Pedro $ 10, la respuesta fue – Para que quieres dinero si tienes todo, te compro todo lo que necesitas?

Pedro quedó pensando y se dijo, $ 10 no es casi nada y seguramente lo necesita para algo importante para él ya que nunca me pide dinero. Fue y le dio los $ 10.

Su hijo los tomó y salio corriendo a su habitación.

Regresó con Pedro y le dio $20.

Pedro lo mira y dice “me pediste $ 10 para darme $20?”

Si, papá. Esos $ 10 era lo que me faltaba para comprarte una hora de tu trabajo para que juegues conmigo.

¿Cuanto es lo que trabajamos en nombre de darle a nuestra familia lo que pensamos necesita robándole tiempo a lo que verdaderamente necesita?

Y por casa, ¿Cómo andamos?

Una hora de juego, un rato de tiempo libre, un rato de familia ¿Cuánto vale?

No tiene precio. No es posible medirlo hoy, se mide después de varios años cuando puedes ver los frutos de una u otra cosa.

Y no se puede pedir al tiempo que vuelva.

No hay comentarios: