jueves, 5 de marzo de 2009

La fortaleza de la soledad

Es un lugar que creamos en nuestra imaginación en donde encontramos refugio, es el lugar donde nada ni nadie puede dañarnos.

Hasta Superman tenía una, allá en el polo… en una cueva de hielo en donde tomaba distancia de los problemas del mundo y buscaba sus soluciones y, hasta buscaba que hacer con Luisa.

Nosotros hacemos igual. Con el sentimiento que la vida nos sobrepasó casi desesperadamente buscamos refugio y creamos un “lugar” donde nos aislamos de lo que nos pasa.

Está situación suele darse por un tiempo, más o menos prolongado, y en muchas ocasiones compensamos esa soledad llenándonos de tareas o buscando proyectos inalcanzables (o casi) que consumen nuestro tiempo y energías.

Generalmente, nos tapamos de trabajo para no “pensar”, para olvidarnos de lo que nos hace “daño”.

Para compensar tanta soledad, buscamos la noche y relaciones efímeras que, de una u otra manera, nos devuelvan nuestra autoestima perdida y tapen los sentimientos de frustración por no haber sabido jugar el partido. Lo que hace esto es ocultar más aún lo que teníamos que resolver.

Cosas no resueltas de la que tratamos de “escapar” y cuando no lo conseguimos y la duda se presenta… suele aparecer una (o varias) voces "salvadoras" que nos dicen “un clavo saca otro clavo” y... nos llenamos de clavos, de “peor es nada”, consiguiendo adormecer la posibilidad de crecer y sanar las heridas.

De ésta manera eludimos recorrer el camino para encontrarnos con nosotros mismos para, luego sí, encontrarnos con el otro… desde un lugar diferente, desde el compromiso con lo verdadero.

Cuantas veces hemos dicho que no a lo bueno que teníamos porque queríamos más, “exigíamos” más y por una u otra razón no lo conseguíamos?

Cuantas veces nuestra ansiedad nos ha jugado una mala pasada tratando de precipitar lo que estaba llegando naturalmente y lo arruinaba?

Porqué si lo esperado llegaba antes lo arruinamos? Porque le quitamos lo espontáneo, la sorpresa, lo rico.

Es como mañana cumplo años y quiero mi regalo hoy… y lo exijo ¡Ya!... pero no está y eso me enoja… y al otro también porque no era tiempo!

Ojala que cada uno, en la “fortaleza de su soledad” encuentre el camino para poner distancia a los problemas y verlos desde otro ángulo encontrando como resolverlos… al menos la parte que nos toca.

Y si el problemas es de a dos?

No tienen ninguna importancia, si conseguimos resolver la mitad del problema la otra vendrá por añadidura. Es contagioso!!!

Estar en nuestra “fortaleza” no es malo ya que nos permite un lugar tranquilo y "protegido" pero no tenemos que olvidar que el diálogo es fuente de acercamiento… dialoguemos con nosotros mismos y nos sorprenderemos cuanto más cerca nuestro podremos estar.

De afuera pueden llegar muchas opiniones pero, no debemos olvidar que son sólo eso… nadie puede conocer nuestras vivencias y nadie puede entender la totalidad de lo que nos pasa… sólo puede interpretar algunas cosas de acuerdo a las vivencias que esas personas hayan tenido.

Y eso puede ser peor solución que el propio “problema” creemos tener y esas “soluciones” suelen derivar en consecuencias mucho peores a la cuestión en sí aportando más confusión y esa “sensación” que estamos yendo por donde no encontraremos lo buscado y con la probabilidad “enorme” de que nos suceda lo mismo.

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