miércoles, 4 de abril de 2012

La importancia de saber sentir

Sentir es un don único, es una energía creativa poderosa.

Con el sentimiento se crea la realidad.

Sin embargo, a medida que crecemos, la mayoría aprendimos a negar o disfrazar lo que verdaderamente sentimos.

A medida que crecemos nos dicen: “No llores”, “No te asustes”, “No te enojes”, etc. y estos mensajes que muchos recibimos cuando sentíamos algo en el fondo sólo nos dejaron un mensaje: “No debes sentir ciertas cosas”.

Entender esto, a la larga, provocado que cuando nos sentimos enojados, ansiosos o temerosos, en lugar de aprender de la experiencia, nos resistimos o queremos huirle al sentimiento, tratando de evadirlo o evitarlo.

Haber aprendido ese “No debes sentir ciertas cosas” en definitiva nos ha enseñado a engañarnos, nos ha enseñado a mirar hacia otro lado haciendo que neguemos la realidad o que culpemos a otros por lo que nos pasa.

Esto de “culpar a otro de lo que nos pasa” es lo más nocivo que puede haber para nosotros.

¿Por qué?

Porque todo eso que “el otro” tan malo, infame, miserable, etc “nos ha hecho”… a ese otro no le afecta porque la mayoría de las veces No ha hecho eso que decimos hizo… sino que nos afecta a nosotros principalmente que nos sentimos envenenados por las circunstancias de las que consideramos responsable a “ese otro”.

Hacer esto no nos ayuda en nada porque al realizar el “dictamen de responsabilidad” de nuestros males a ese otro nos liberamos de buscar en nosotros alguna posible causa y, con esto cerramos la posibilidad de encontrar una solución al problema.

Esto es porque la mayoría de los problemas es cosa de nosotros de resolverlos ya que nos afectan directamente y no habrá posibilidad de solución hasta que nos “hagamos cargo” de nuestra vida y asumamos nuestras responsabilidades.

Nuestra vida es nuestra, de nadie más! Y cada cosa, cada evento, decisión es nuestra responsabilidad no importa si son aciertos o fracasos.

Cuando nuestros sentimientos no son fuertes hacia nosotros mismos, es decir cuando nuestra autoestima es baja, tenemos la tendencia a exteriorizar nuestros problemas.

Buscamos la causa de todos nuestros males en el afuera porque carecemos del coraje necesario para enfrentar nuestros problemas.

Es ahí en que “el otro” toma una relevancia que no la tiene y pasa a ser “nuestro chivo expiatorio”.

Es así que trasladamos todas nuestras frustraciones fuera de nuestra esfera de responsabilidad y aprendemos a vivir “aliviados”.

Este alivio es totalmente falso ya que sólo se trata de ponerle una máscara al problema y este problema, mientras no lo enfrentemos, seguirá creciendo y necesitará cada vez más esfuerzo colocarle una máscara… hasta que estallará en nuestras manos destruyendo todo lo que valoramos.

Esto pasa cuando tomamos decisiones apresuradas, sea porque no las evaluamos correctamente o porque anticipamos los tiempos de la decisión… y eso, es como que “forzamos” algo a que suceda cuando debía madurar un poco más.

También sucede cuando ponemos demasiada expectativa en algo y si eso no alcanzó nos sentimos muy defraudados.

Aprender a sentir, aprender a pensar, aprender… De aprender se trata!!!

De aprender a que somos la causa de todos nuestros éxitos… y de nuestros fracasos

De nosotros depende!!!

No hay comentarios: