martes, 1 de marzo de 2011

Idealizar a los demás

La mejor manera de vivir es estar presente en el hoy y dejar atrás el pasado inmodificable y olvidarse un poco del futuro incierto queriendo a las personas con quienes nos toca compartir este camino sabiendo que no son perfectas y con sus virtudes y defectos incluidos que las hacen verdaderamente únicas.



Idealizar permanentemente a la gente es muy frecuente en toda persona con autoestima muy baja. Según alguna vez dijo Freud de la idealización, “La idealización es un proceso que envuelve al objeto; sin variar de naturaleza, este es engrandecido y realzado psíquicamente.”



En las parejas se da, aunque también se manifiesta con amigos, en el trabajo, en la familia y en distintos ámbitos de la vida cotidiana que nos encontramos.



En la pareja, es común que al principio de la relación se produzca el NO ver todo lo que no nos gusta del otro, es decir, que negamos todo lo malo o que no nos gusta de la otra persona. Esto sucede porque el “enamoramiento” es como un resplandor que nos encandila y no permite veamos ciertos detalles, esto es inconsciente.



De alguna manera es normal idealizar un poco a aquellas personas que se quiere o ama, pero cuando la idealización alcanza un punto extremo, indudablemente terminará siendo muy perjudicial.



Cuando idealizamos totalmente al otro, lo ponemos en un lugar que no todas las personas están dispuestas a ocupar. Ese otro puede sentirse a disgusto cuando es idealizado ya que sabe que difícilmente cumplirá con las expectativas que hemos creado sobre él o ella y le generará una presión o exigencia muy grandes que puede provocarle serios problemas hasta la ruptura misma de la relación en si.



Al ocupar un lugar idealizado cualquier cosa, sin importar que tan insignificante sea (una pequeña traición, un engaño, una mentira, etc) podría convertirse en una gran decepción porque ese “ideal” nos ha defraudado totalmente.



Cuando ese “ideal” cae del pedestal que ocupaba, el dolor y la frustración que puede sentir quien le consideraba perfecto pueden ser muy grandes y puede tener un fuerte sentimiento de que esta persona nos ha fallado.



Ese ser “perfecto”, en un instante baja de la perfección a la realidad, o incluso por debajo de la realidad.



Evitar que esto ocurra es muy importante, no idealizar a nadie porque nadie es perfecto y como consecuencia no hay que pensar que otra persona tenga que serlo.



A las personas hay que quererlas sabiendo que no son perfectas y con sus virtudes y defectos incluidos.



Cuando idealizamos a otro, entramos en un proceso según el cual podemos pensar que la otra persona es mucho más de lo que nos merecemos. Como consecuencia, le damos atribuciones y libertades especiales y hasta le damos prioridad sobre nosotros mismos.



La vida en si misma no es perfecta y ninguno de nosotros lo somos (aunque a veces pretendamos parecerlo) y es por eso que nos equivocamos



El problema de esto no está en la equivocación en si misma sino en no saber reconocerla.



Reconocer que nos equivocamos es el inicio del aprendizaje ya que, si todo lo hacemos bien es porque “lo sabemos” y si “lo sabemos” no es necesario aprender nada y eso de a poco nos aísla y nos mata.



Por esto, no hay que pensar que el otro es perfecto y vale más que nosotros. Las relaciones deben ser de ida y vuelta, y nunca es buena una relación en la que uno o una ocupen un lugar por encima del que ocupa la otra u otro.



De igual a igual, nos entendemos y así podremos ser el uno para el otro.



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