viernes, 26 de octubre de 2012

Como educar a los hijos?


Es mi gran pregunta y, creo que, es la de la gran mayoría de los padres desde siempre.

Hace décadas la cuestión era muy simple (si es que así podemos denominarlo) ya que si se quería una buena educación para los hijos se los enviaba a “internados” o a escuelas privadas (generalmente de curas o monjas) en las que se les daba la instrucción curricular y debían vivir dentro de las reglas de convivencia propias de esa institución.

Todos, en mayor o menor medida, hemos sabido de los castigos que por entonces se les propinaba a los alumnos que se resistían a encajar dentro de las reglas establecidas.

Hoy en día todo esto quedó en el olvido y la mayoría de nosotros hemos crecido en un hogar mucho mejor que aquello de hace tanto tiempo y, considero, mucho mejor que los que podemos ver en la mayoría de los hogares de hoy.

Crecí en un hogar con mamá y papá, en el cual había distribución de “tareas”. Papá era el proveedor de casi todo lo “material” y mamá era la reina de la casa, la proveedora de la educación, del afecto, de la transmisión de los valores y de la determinación de las reglas de convivencia entre los niños y entre niños y adultos.

Si había algún problema generalmente se solucionaba con “Ya verás cuando tu padre vuelva”… y esta “amenaza” casi siempre resultaba sin siquiera la intervención del padre quien, si debía intervenir lo hacía escuchando los sucesos y dando total apoyo a esa madre y tratando de mediar en una solución que conforme a todos.

Hoy en día no siempre es tan simple. Hoy la necesidad económica hace que la mayoría de los matrimonios deban salir a trabajar y dejan la educación de sus hijos a la escuela sea estatal o privada, aún sabiendo que esos maestros no ponen mucho énfasis ya que sus salarios no les incentiva a realizar sus tareas como se hacía hace 30 ó 40 años atrás.

Esto situación deja a la deriva la formación del niño y es agravada en muchos casos por el divorcio de ese matrimonio y especialmente en los casos en los que los padres no consiguen ponerse de acuerdo en un “discurso único” que deben decir para sus hijos que otras tantas veces se transforman en moneda de “cambio” frente a las diferencias de los ex – cónyuges.

Es así que los chicos “hacen lo que quieren” y viven de acuerda a reglas autoimpuestas y especulando que obtienen en su beneficio según a quien tengan enfrente.

Esto no estaría tan mal si estas “reglas” fuesen con cierta racionalidad pero casi siempre no lo son… No olvidemos que las redacta un adolescente quien no es persona idónea ya que está en pleno proceso de formación y sus intereses son absolutamente inmediatos y no posee visión de futuro ni la posibilidad de planear en la mayoría de los casos ni en el mediano plazo.

En nuestra adolescencia, incluso en la niñez, cuando nos preguntaban “¿Qué vas a ser cuando seas grande?” casi siempre escuchábamos… doctor, policía, bombero, ingeniero, veterinario…

Hoy es muy frecuente escuchar… licenciado en alpedismo… o famoso… o millonario… y algunas veces, solo algunas veces escuchamos una idea mas o menos cierta de “que quieren para si” en el futuro.

¿Cuáles son las razones de estas respuestas? ¿Por qué nuestros hijos han perdido el interés por su futuro? ¿Han perdido el interés por el conocimiento? ¿Han aprendido que lo que ellos no hacen habrá otro que lo haga?

Si hemos llegado a éste punto, ¿Cómo se hace para cambiarlo? ¿Cómo se hace para enseñar que uno se siente mejor con uno mismo cuando obtiene por su esfuerzo lo que desea que cuando alguien lo hace por él?

Si desde que eran pequeños no les incentivamos la curiosidad, el deseo de saber, las ganas de ser autosuficientes… ¿Cómo se hace durante la adolescencia?

Hoy por hoy, soy papá divorciado de una nena de 8 años con quien creo tengo una gran relación apoyada desde el amor casi incondicional… digo casi porque en casa siempre hay “condiciones”… es decir que, las condición es que todo está disponible pero siempre hay que hacer algo a cambio… que hay premios y castigo si algo se hace como “debe ser” o como “no debe ser”…

A que me refiero? Por ejemplo a la escuela… al comportamiento, a las calificaciones, al cuidado de sus materiales y al vínculo con sus pares…

Me refiero al orden en casa… con sus cosas y con las de la casa en si misma… me refiero al “acompañarse” mutuamente y a la distribución de los espacios de cada uno.

Es así que está claro que el “trabajo” de ella es la escuela… y su salario… las calificaciones… En casa, la cosa es aún con algunas pocas intervenciones (por su edad y porque en general lo hago “más” rápido) pero cada vez más está el juego de “que rico que cocinaste pá! Y alli mismo mi propuesta… “querés que te enseñe y cocinamos juntos”…

Y así son mis días de padre “maestro”, con muchas dudas sobre lo que estoy tratando de enseñar… simplemente con el deseo que el día que yo no esté, dejar una persona que sepa desenvolverse sin mayores dificultades en esta vida que le toca vivir.

¿Qué me muerdo los labios cuando tengo que decirle que no a algo que me gustaría permitirle? ¡Claro que sí! Muchas veces, pero sé en mi interior que ese NO es mejor que decir SI en muchas circunstancias… Sé que ese NO enseña mucho más que el SI cuando no puedo justificarlo.

¿Qué cuando veo los pequeños logros de ella se me llenan los ojos de lágrimas? ¡Claro que sí y se me hincha el pecho de satisfacción!

Y ahí vamos, acertando, errando… corrigiendo… pensando como hacer más adelante… mirando de los otros… como lo han resuelto, adaptando la “solución” a mi idiosincrasia… en fin… prueba y error… pero con el convencimiento que es lo mejor que puedo y que cada cosa la apoyo en el amor y en el fuerte deseo de hacer bien, de mostrar un camino.

Sólo me queda pedir fuerza y claridad en mis elecciones para poder moldear ese temperamento y dar todas las herramientas para que ella lo complete de acuerdo a sus deseos.

Y es que debo agradecer a aquellos que hicieron esto de mí, quienes lo hacen cada día y quienes lo harán junto a mi en cada paso que doy y que daré.

jueves, 25 de octubre de 2012

Para que sirven los bebés?


Para que sirven los bebés?

Claro que para nada… Solamente lloran, comen, duermen y hacen sus necesidades básicas!!!

Entonces para que los traemos al mundo?

La primera pregunta sale de un reportaje al filósofo Fernando Sabater…

Esto desencadena en mi la búsqueda de la respuesta.

Realmente los bebes son una creación “vacía”… ya que de hecho tenemos que llenarlos de enseñanzas. Tenemos que enseñarles TODO.

Los bebes crecen mirando todo, observan nuestros actos, piden, demandan nuestra atención, nos copian en nuestros gestos, en nuestra manera de actuar y hasta de pensar…Si, hasta de pensar!!!

Todo esto sucede en su etapa de formación, copian TODO… lo absorben, lo analizan, lo toman o lo descartan.

Y es así que crecen, tomando nuestro ejemplo… cada cosa, y adaptándola a su esencia innata.

En los 3 primeros años le damos formación a sus emociones, a los afectos, todo lo amoroso. Es en ésta etapa en la que debemos ser lo más cuidadosos posibles ya que se forma su carácter y adquiere sus herramientas de comunicación con los otros.

Hasta los 10 años es que ellos toman de nuestro ejemplo su actitud para con las cosas, si son cuidadosos o rotosos…. Si son “dueños” de sus cosas y las comparten o si son egoístas.

Es aquí que crecen, de acuerdo a su edad, en las distintas etapas de cómo se relacionan con los objetos y su pertenencia… aprenden a Tener, a Compartir, a Ceder, a Canjear, etc… con sus pares o con sus padres los diferentes objetos que le pertenecen.

Es aquí también que aprenden a ser constantes, a ser perseverantes en obtener lo que desean mediante el reclamo o el trabajo que se les pide realicen a cambio de…

A ese bebé vacío es a quien debemos enseñarle TODO para que pueda andar por la vida de la mejor manera posible y, dentro de los medios que se dispongan, ayudarle a obtener las herramientas que le permitan sobrevivir en el mundo que tendrá que vivir en su adultez.

Habemos muchos de nosotros que nos matamos trabajando para dejarle “cosas” y así, de alguna manera, quedarnos tranquilos que les resolvimos el “problema”… pero no es así!!!

Dejarle cosas a un hijo (una casa, un auto, etc)… puede ser que lo anule por completo si primero no le enseñamos como conseguir eso mismo por sus propios medios.

Me refiero a que en lugar de usar nuestro tiempo fuera de casa consiguiendo dinero (cosas) ese tiempo será mucho mejor invertido en tiempo con nuestros hijos educándoles en valores humanos y de relación con los otros y enseñando el amor por el conocimiento, por las artes, por la vida.

Será así que aquellos bebés vacíos que sólo lloraban, dormían, comían y hacían sus necesidades… se han transformados en personas con un potencial que sólo ellos saben.

Dejar “libres” a esos bebés vacíos es condenarlos al fracaso en su adultez, es condenarlos a que en sus relaciones tengan problemas y a que su vida “madura” sea conflictiva.

Si verdaderamente amamos a nuestros hijos debemos considerar seriamente en comenzar a darles educación, enseñarles lo que es el respeto, lo que es el amor, lo que es el conocimiento y cuantas puertas en el futuro este podrá abrirles simplemente porque “lo saben” y no porque tuvieron que “agacharse” para obtener lo que querían.

Al fin, me doy cuenta que aún no respondí “¿para que sirven los bebés?"

Creo que sirven para “educar” a los padres, para enseñarles a los padres todo lo bueno y malos que nuestros propios padres hicieron con nosotros y hacer lo mismo por copia o por oposición su eso estaba “bien o mal” según nuestra opinión.

Los bebés sirven para enseñarnos lo que es la “responsabilidad” de cuidar a alguien absolutamente indefenso y dependiente en forma total y completa de nosotros.

Y tu bebé, ¿para que sirve? Alguna vez te lo preguntaste?

martes, 16 de octubre de 2012

Paciencia, ¿Para qué?

El ritmo de vida de hoy nos hace ir veloz en todo… en el trabajo, en el trayecto, en llegar a casa, en hablar y de tan rápido, muchas veces dejamos de pensar, dejamos de encontrar esos momentos para la reflexión, esos momentos para “parar un poco”.

El "Ten paciencia al hablar es muy importante y, paciencia al juzgar lo es en gran medida, ya que de lo contrario permitirás que tus energías se abalancen a condenaciones calladas o habladas, ya que tú sólo ves apariencias y no los motivos que generan la acción, que "instan" ciertas actividades de los otros.
LA PACIENCIA ES MAESTRÍA. Los inmaduros se abalanzan a expresarse, correcta o incorrectamente. Los maduros muestran paciencia y se mueven en con tiempos desconocidos a la mayoría, son los tiempos de la sabiduría.

Debemos usar la paciencia antes de pronunciar el agudo reproche, de repetir el chisme carente de bondad; debemos abstenernos de realizar acciones apresuradas impulsadas por la indignación “virtuosa” o por nuestros intereses egoístas.

La paciencia hace tolerante al hombre quién podrá crear la base de una hermandad en su entorno con toda belleza, y con la seguridad de que soportará lo adverso, la condena y las acusaciones.

La paciencia nos da tiempo para ver lo que se nos presenta, y no siempre lo que se nos presenta es verdadero. Muchas veces lo falso parece veraz pero no se sostiene en el tiempo y lo falso si nos damos tiempo vemos sus inconsistencias y podemos dejarlo de lado.

La paciencia nos permite elegir nuestra mejor acción frente a lo que se nos presente.

La paciencia filtra lo malo frente a nosotros y nos permite elegir lo mejor que nos d la vida.

La paciencia nos ayuda a “andar lento” para avanzar velozmente hacia una mejor calidad de vida.

No olvidemos que "andar veloz" nos lo imponen aquellos que quieren controlarnos, aquellos que quieren que NO pensemos nuestros actos, aquellos que quieren ser dueños de nuestra vida.

jueves, 11 de octubre de 2012

“Que hace el amor en nosotros”

Los cuerpos son distintos y los pensamientos son distintos. Pero cuando nos enamoramos el Alma de ambos se hace una sola.


Cuando el amor se hace presente Nadie puede separar el Alma como perteneciente a una persona y no a dos. Donde quiera que vayan, estén juntos o cada uno en sus actividades, solo un sol ilumina ese mundo.
El amor nos acompaña en todas partes. Es omnipresente. No necesitamos buscarlo en alguna esquina. Es en nosotros. De hecho, todos nuestros problemas se deben a nuestro apego al mundo material, a las “cosas”.

No hay que pensar que somos otro del que amamos; somos uno y dos al mismo tiempo.

En la pareja, cuando vive el amor el “yo” y el “mío” desaparecen, queda solo el “nosotros y el nuestro”. Decimos “este es mi cuerpo, esta es mi mente, este es mi intelecto”. Eso prueba que ustedes no son el cuerpo, ni la mente, ni el intelecto. Están separados de todas estas cosas.

El amor en la pareja es como el sol. Si llenan miles de vasijas con agua y se ponen en el sol, verán que este se refleja en todas. Tal como un solo sol se refleja en miles de vasijas, también ese amor ilumina y calienta el universo completo de todo lo que rodea a ambos.
Desde ese amor que nos hace “uno” el objetivo es uno.

Desde allí todo lo bueno se disfruta de a dos y se extiende a los cercanos, y lo malo se hace pequeño frente al alma unida que lo diluye en la fuerza del amor.

Es por eso que nos sentimos tan mal cuando el amor se ha ido, es que esa fuerza que nos hacía fuertes es débil o se ha ido… y pasado un tiempo se restituye en parte y comenzamos a recuperarnos.

Es aquí que actúa el amor hacia nosotros mismos, ese que fortalece nuestro Autoestima que nos recupera, cura las heridas y nos muestra al mundo como realmente somos.

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿Hijos malos de padres buenos?

Se dice que el ejemplo de los padres influye mucho en la conducta de los hijos: si en el hogar existe indiferencia, los hijos tomaran sus propias riendas; si hay comunicación y comprensión, los hijos actuaran como consecuencia de esos ejemplos.

Estos son los casos directamente proporcionales pero ¿qué pasa cuando no es así? Cuando ¿los hijos toman riendas equivocadas? ¿Quién tiene la culpa? ¿Ellos o los padres? Una muchachita que se embaraza fuera del matrimonio, un joven que acepta droga, aunque sus padres mantienen una relación estable y su propio comportamiento es visiblemente ético. ¿Qué es lo que sucede en estos casos? ¿Por qué el ejemplo de los padres no influyó en ese hijo/a? Dos cosas influyen en estos casos: la libertad del hijo y el medio ambiente en donde ese hijo/a se desenvuelve.

El ser humano tiene capacidad de libre albedrío.

Nuestros hijos también tienen libertad pero es mucho más débil por la cultura hedonista y fácil.

Además todo implica sensualidad, diversión y placer. Por lo tanto los jóvenes de hoy están más propensos a caer en tentaciones.

No debe buscarse culpables sino responsabilidad. No culpabilidad sino responsabilidad.

Visto de esta manera, los padres somos corresponsables de la educación de los hijos. ¿Qué se puede hacer para evitar esto?

Tenemos que ocuparnos de 3 cosas:

1.- Prevenir desde muy temprana edad (8 a 12 años)

2.- Educar la voluntad y el uso de su libertad con nuestro ejemplo.

3.- Estar atentos y observar su evolución de comportamiento y el entorno en el que lo desarrollan para corregir y tener respuestas a los nuevos desafíos.


Texto base tomado de: http://www.churchforum.org